| A Raúl las cosas no le van bien, ni en lo
    público ni en lo privado. Como sindicalista, fracasa en su exhortación a la huelga, por
    el temor que sienten los empleados de una cantera ante la posible pérdida de la fuente de
    trabajo. Como padre, no sabe cómo comunicarse con ese hijo del que parece haberse
    olvidado totalmente, y que al cumplir 21 años acude a él desesperado en busca de ayuda y
    comprensión. Sólo la amenaza de la muerte, y la necesidad de una rehabilitación,
    podrán volver a unir a una familia fracturada por la incomunicación y el aislamiento.
 Virginia Lago, José Luis Alfonzo y el debutante
    Pablo Giovine conforman esta familia argentina que desde su ámbito íntimo remite al
    drama de todo un país que no ha sabido cuidar a sus hijos. Virginia Lago es el sostén,
    tanto desde su personaje como en lo actoral, de esta célula social. Los acompaña un
    amigo familiar (Ulises Dumont), especie de tío sabio que llora la pérdida de su hijo y
    nuera asesinados por la dictadura. El es la referencia más fuerte a una realidad que
    trasciende el espacio de esa cabaña sobre el lago Embalse, donde se lleva a cabo el
    proceso de reunión. Las imágenes de Perón y Evita y las alusiones a una pasada
    militancia de izquierda hablan de un ideal desgarrado, que no supo concretarse. La realización del cordobés Francisco D'Intino (Bajo otro sol) es sencilla,
    sin pretenciones, y está llena de buenas intenciones que no alcanzan para hacer un buen
    film. Los diálogos con severos defectos de doblaje son retóricos y reiteran
    su mensaje moralista, como el "símbolo" del camino, permanente desde los
    títulos de apertura hasta los de cierre, que busca trasmitir un optimismo que empuje al
    país hacia adelante. Josefina Sartora
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