Un auténtico acontecimiento. Una
película local que escapa –por su calidad general, por su impecable
profesionalismo– a lo que habitualmente se suele considerar una especie
de subgénero: el cine argentino. Ese cine que, más allá de contadas
excepciones, sigue acusando graves problemas narrativos desde el guión
hasta la realización. Por eso, la creatividad argumental, la eficacia de
los diálogos, la tersura de la escritura cinematográfica de Nueve
reinas justifican la celebración.
Esta sorprendente opera
prima de Fabián Bielinsky lo tiene todo, para devolverle al publico –de
decepción en decepción, últimamente– la fe en un cine argentino
posible. Ciertamente, el artífice total de esta brillante comedia
policial, llena de apuntes críticos y sabrosas viñetas que remiten a
nuestra actualidad, es el realizador, además de autor del guión y capaz
de convocar a un elenco casi sin fisuras, lo que –entre otros méritos–
redunda en el relieve y lucimiento de hasta el ultimo de los personajes
secundarios.
Pero sin lugar a dudas,
el que descuella por su excepcional rendimiento es Ricardo Darín. Este
actor, gran comediante intuitivo y dueño de un fuerte carisma, encara con
sutiles recursos, la exacta ambigüedad y lejos de toda forma de
demagogia, a un personaje oscuro, desprovisto del mas mínimo principio
moral, que desconoce la compasión y cultiva un humor obviamente cínico.
Desde esta criatura Darín carga sobre sus espaldas el mayor peso
interpretativo de este film sumamente entretenido, ingenioso, que se
sostiene sin desmayos hasta arribar felizmente al mas inesperado de los
finales.
Moira Soto |