| Esta coproducción 
    argentino-española procura contar la historia de Olmo (Nicolás Mateo), un 
    adolescente que habita un mundo aparte, propio, en cierta forma compartido 
    por su hiperobsesivo padre (Luis Luque) y por su madre ausente, una mujer 
    espectral –por no decir esperpéntica– interpretada por la actriz gallega 
    Uxía Blanco. Dije "procura" porque la propuesta argumental, como toda otra 
    aspiración de La velocidad funda el olvido, pasa a segundo plano en 
    un producto que de principio a fin, en todos y cada uno de sus aspectos, 
    transita los vicios que suelen desbordar a los cineastas primerizos 
    pretenciosos, grises. Diálogos ampulosos que persiguen horizontes 
    inabarcables pero no consiguen respirar; multitud de ideas "raras" 
    pero nunca originales; un guión deshilvanado que nos lleva de Argentina a 
    España sin otro motivo aparente que el de justificar las nacionalidades 
    involucradas en el financiamiento (lo mismo sucede con el elenco); 
    sobreactuaciones de una arbitrariedad increíble... y sigue la lista, pero se 
    las voy a ahorrar. Es una verdadera lástima porque su director, Marcelo 
    Schapces, no es ningún primerizo –tampoco un gris– sino quien dirigió un 
    dignísimo largometraje documental en torno del Che Guevara (Che, un 
    hombre de este mundo, oportunamente criticado en nuestras páginas). Y de 
    esto ya pasaron diez años...
 Guillermo 
    Ravaschino        |