En el Festival
Internacional de Chicago vimos Broken Wings, título mucho más
apropiado y coherente con el argumento de este film israelí que el que le
han puesto en la Argentina para su estreno: Abre tus alas.
Se trata de un
melodrama familiar ambientado en la ciudad de Haifa, que nunca saca los pies
del plato de la intimidad (nada que ver con el conflicto judeo-palestino).
Es que la tragedia que ha irrumpido en la familia Ulman es tan demoledora
que el lugar de esa guerra permanente ha sido reemplazado por el dolor
personal, la pérdida y el desencuentro familiar.
La súbita muerte
del padre ha dejado a la familia en un estado de desolación y desamparo,
debido a la aguda depresión que vive la madre. El hijo mayor pierde todo
interés por las actividades deportivas e intelectuales que desarrollaba
hasta entonces, y deambula vestido de ratón repartiendo folletos en el
subterráneo; la hija mayor se destaca por su talento para la música, pero
debe restarle tiempo a su banda, abrumada por las responsabilidades que caen
sobre sus hombros, o sobre las delicadas alitas que lleva cuando canta,
mientras su madre se enfrenta a una tristeza infinita que la paraliza, su
trabajo en un hospital y un auto que se niega a arrancar. Y además están los
más chicos: el varoncito arriesga osados saltos al vacío y la menor pasa de
mano en mano entre sus hermanos, todos con responsabilidades exigentes para
su edad.
Esta opera prima
de Nir Bergman se desarrolla en un tono menor, intimista, en una serie de
situaciones y viñetas domésticas que abordan las crisis generacionales, el
duelo por el padre ausente, el conflicto madre-hija. La historia –que es
universal y con la cual muchas familias podrán identificarse– tiene la
fortuna de contar con un elenco excelente de actores noveles muy parejos,
entre quienes sobresale
Orli
Zilverschatz-Banay
como la madre superada
por la tragedia, con su mezcla de fiereza y ternura, rabia y desesperación.
Cierto abuso de
la metáfora (el uso simbólico del agua, la repetida figura del vuelo) y
algún golpecito bajo no desmerecen una película que demuestra un delicado
poder de observación y gustará a quienes estén más interesados en las
batallas privadas que en el conflicto sociopolítico de Medio Oriente.
Josefina Sartora
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