Esta nueva versión de
Alfie viene rodeada de una excesiva publicidad que trata de engrosar el
status de Jude Law como uno de los hombres más sexys del momento y, a
la vez, como uno de los mejores actores de su generación. La película
original, dirigida por Lewis Gilbert allá por el año 1966, no necesitaba
aclarar que Michael Caine era un gran actor. Quien tuviera un mínimo
conocimiento de las tablas inglesas de la época ya lo sabía perfectamente.
En esta
necesidad de demostrar algo es que Alfie encuentra sus mayores
virtudes y peores defectos. Un film que se presenta como una comedia
romántica con toques melodramáticos no puede acotarse al tono ligero, ni al
estilismo de catálogo, que su envoltorio anticipa-sugiere.
Vayamos por
partes. El recurso del protagonista hablando permanentemente a cámara puede
llegar a cansar, incluso a irritar. Pero hasta cierto punto se justifica en
su necesidad de confesarse y encontrar apoyo aun en el más escéptico de los
espectadores, lo que lleva al actor a interrumpir constantemente sus escenas
para hablarle a la cámara en situaciones por demás inverosímiles. El
verdadero problema aparece cuando el discurso del personaje empieza a
comerse al personaje... y esto sucede ya en la primera secuencia del film.
Más allá de
ese palabrerío cómplice, el retrato y la caracterización que hace Jude Law
de este chofer de limusina inglés que se pasea por la noche y las calles de
Manhattan es impecable. Siempre la ropa más elegante, la palabra y el gesto
apropiados, el mejor cumplido a las damas en el momento inesperado.
No será tan buen actor como Caine, pero el pibe tiene su magnetismo.
De esta
forma, la película resulta despareja como los vaivenes emocionales del
protagonista. Y, lo que es peor, no logra generar tensión en torno de cúal
de todas sus candidatas finalmente será la "afortunada". Por un lado tenemos
a la novia negra (Nia Long) de su mejor amigo y a una preciosa rubia (Sienna
Miller) que conoce en una fiesta de fin de año. Por el otro, a la "novia"
(Marisa Tomei) que siempre lo espera con la comida preparada y a una
atractiva mujer mayor (Susan Sarandon, cuyo estereotipo ya cansa y no genera
el más mínimo interés). El proceso de aprendizaje que va experimentando
Alfie lo lleva a una situación no más angustiante, pero sí más compulsiva,
de la cual podrá sacar una lección, aunque sin modificar su comportamiento.
Ahí es
donde aparece la voz de Mick Jagger (con las canciones especialmente creadas
junto a David Stewart) y la filosofía Stone en todo su esplendor, y
la película toma cierto vuelo, como lo demuestra la fantástica escena de la
fiesta de fin de año, cuando en el momento más inesperado surge aquello con
lo que Alfie siempre estuvo soñando.
Que no
logre conservarlo o valorarlo es otra cuestión. La incapacidad de ayudar a
quien realmente lo necesita es el principal problema de Alfie. Pero, a
veces, no estar de acuerdo con el protagonista es no estar de acuerdo con el
film.
Juan Alsinet
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