La paradoja tiene el tamaño del
largometraje: aunque dura 245 minutos, no es mucho lo que puede
"decirse" de Amsterdam Global Village. Seguramente, la
obra de Johan van der Keuken no hubiera sido posible en un formato que no
fuera el audiovisual. Heredero de la sensibilidad del gran Joris Ivens, el
director que nos convoca –famoso por sus trabajos documentales fuera de
Amsterdam– se decidió a inmortalizar propia ciudad.
Toda la película es la búsqueda incansable de la respuesta a esta
pregunta: "¿cómo retratar a una urbe de fin de siglo?" Van der
Keuken se tomó dos años para develarlo. Durante ese tiempo, salió con
la cámara al hombro acompañado, como siempre, de su esposa y sonidista.
Y la búsqueda lo llevó mucho más allá de la ciudad de los canales. El
retrato de los habitantes multirraciales de Amsterdam acaba... ¡con un
viaje al país de cada uno! Un boliviano trotamundos, que se casó con una
holandesa, retorna al altiplano y participa de reuniones familiares y
festejos tradicionales; un oriental que practica el kickboxing en los
barrios bajos también es visto entrenando en su país de origen; un
checheno, que sigue los avatares del conflicto de Europa oriental mirando
CNN junto a su familia, vuelve a su devastado país y la cámara lo sigue
hasta allí.
Sin embargo, uno de los principales personajes no es filmado en su
tierra natal. Se trata de un marroquí que tras conocer Europa ya no pudo
regresar a su terruño, y que ahora se gana la vida en Amsterdam
repartiendo pizzas y fotos en su moto. Este joven es quen más metraje
ocupa en Amsterdam... Sus viajes distendidos pero enérgicos no
son, en el fondo, muy distintos de los que Van der Keuken emprende para
contar estas historias. Viajando de puerta en puerta, la cámara o la moto
se cruzan con historias que se niegan a ser reducidas a síntesis alguna.
En la misma ciudad conviven el desarraigo, la soledad, la diversión, el
sexo, los desperdicios. Los sufrimientos por una guerra que no termina y
los recuerdos de otra que ya acabó; la música house, el hardcore, las
orquestas que reviven a Mozart o a Debussy...
Este documental es el primero de una serie de documentales exhibidos
por el cine Cosmos. Todos ellos tienen un costado excepcional. Amsterdam...
conjuga el profesionalismo de quien ya realizó casi cincuenta trabajos de
no ficción con la sensibilidad del que ama a su ciudad y no ha
perdido la fascinación frente a las personas y las cosas. Atrás de este patchwork
de razas, tecnología y globalización se esconden tradiciones
imborrables, historias perennes, sentimientos gigantescos. Al realizador
le llevó dos años retratar estos pequeños milagros, y cuatro
irreductibles horas compartirlos con el espectador. Pero cuando el
motoquero dice simplemente "bueno, me cansé, adiós", se aleja
por la autopista y la imagen funde a negro, sentimos que la misión está
cumplida.
Máximo Eseverri
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