En la corriente de
documentales realizados últimamente que procuran el rescate de la memoria,
una rara avis indaga sobre una épica argentina injustamente olvidada. En
1901, una expedición de científicos suecos y noruegos, dirigida por Otto
Nordenskjöld, viajó a la Antártida con el proyecto de permanecer allí
durante un año para investigar la geología y biología de un
continente hasta entonces inexplorado. El gobierno del general Roca designó
al alférez José María Sobral, de 21 años, como el único argentino que
acompañaría a los científicos en su misión. Las inclemencias del tiempo y
las difíciles condiciones del viaje entre los hielos obstaculizaron las
operaciones de rescate, y la expedición debió permanecer un año más en ese
destino. Pero los problemas no terminaron allí: la tripulación del barco de
rescate también quedó varada en el hielo, sin equipos ni refugios aptos para
la supervivencia.
Esta
aventura –que en Hollywood ya habría gestado varias superproducciones– es la
que documenta el film Atrapados en el fin del mundo. A falta de
registros de época (apenas unas fotografías de los expedicionarios), los
realizadores eligieron narrar la aventura a través de la lectura de
testimonios escritos, de las declaraciones de hijos de Sobral y de varios
especialistas: historiadores de la Antártida, sociólogos y psicólogos que
explican las dificultades (obvias) de la vida en tales condiciones.
Film
modesto, lineal y sin pretensiones, descarta todo intento de recrear
ficcionalmente la historia, no acude a ningún recurso dramático y corre el
riesgo de abrumar con tantas entrevistas. Sin embargo, la aventura en sí
misma es tan interesante que sostiene el documental. Al final, el film decae
y pone en evidencia sus limitaciones, con comentarios inconexos que merecían
un contexto más elaborado, documentando el interés político que para la
Argentina revestía el rescate de la expedición.
Josefina Sartora
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