HOMEPAGE
ESTRENOS
VIDEOS
ARCHIVO
MOVIOLA
FORO
CARTELERA
PRENSA
ACERCA...
LINKS















LAS AVENTURAS DE JIM WEST
(Wild Wild West)

Estados Unidos, 1999


Dirigida por Barry Sonnenfeld, con Will Smith, Kevin Kline, Kenneth Branagh, Salma Hayek, Ted Levine, Ling Bai.



La mayor parte de los críticos –en especial estadounidenses– se han ensañado brutalmente con este film, inspirado en una famosa teleserie de la década del 60. Y no es para tanto. Por cierto que Las aventuras de Jim West no concretan la mayor parte de sus promesas: no hay en el film una pizca de Western y la comicidad, excepción hecha de un par de sonrisas tibias, brilla por su ausencia al cabo de muchos gags. Pero la película de Barry Sonnenfeld (Hombres de negro, Los locos Addams) funciona en parte como relato de aventuras.

Todo transcurre durante la segunda mitad del siglo XIX, con el gobierno del presidente Grant a punto de sucumbir ante las amenazas de Arliss Loveless (Kenneth Branagh), un inventor psicópata que secuestró a los más encumbrados científicos del Gran País y tiene aceitados lazos con la milicada sureña, resentida con los yankees desde la guerra de secesión. La carta en la manga de Loveless es una gigantesca tarántula de hierro, propulsada a vapor y dotada de un alto poder de fuego. El presidente, pues, recurre a ese par de agentes federales que actúan según la consabida fórmula de las buddy movies: parecen odiarse pero terminarán queriéndose. Y se supone que son opuestos. Jim West (Will Smith) es el arquetipo del hombre de acción, siempre listo para desenfundar. Y es negro. Artemus Gordon (Kevin Kline, otra vez simpático) es un señorito inglés de modales inmaculados, artista del disfraz e inventor eximio.

Como estará imaginando Ud., los efectos especiales tienen aquí un rol preponderante. Y están muy bien. Retrofuturismo de por medio, Las aventuras de Jim West ofrecen una alucinante galería de velocípedos, trenes, aeroplanos y armas de guerra con un pie en el siglo pasado –casi todo funciona a vapor– y otro en las profecías elaboradas por el delirio contemporáneo. La mentada araña de metal no será el mejor vehículo para la topografía del Oeste, pero no deja de ser gracioso verla surcar el Monument Valley con su torpe masa de toneladas a cuestas. Al personaje de Branagh le faltan las piernas, pero las suple con una súper-silla de ruedas tan equipada como el automóvil de Meteoro. Por lo demás, unos cuantos trucos evocan a Las aventuras del barón Munchausen y numerosas líneas de diálogo (no sólo la respuesta "West, Jim West") buscan hacer de Will Smith una suerte de James Bond del lejano Oeste. Y no lo consiguen.

Párrafo aparte merece la presencia de la mexicana Salma Hayek, que después de tantas cirugías ha quedado convertida en una muñeca trágica, literal: parece que la hubieran inflado, y de látex. La beldad entra y sale de la trama sin otro fin que exhibir sus dones y servir de excusa para los chistes –infortunados, dicho está– de la dupla protagónica.

Guillermo Ravaschino