La vida de la tímida Jessica Stein (Jennifer Westfeldt) transcurre
apaciblemente entre la soledad de un departamento atiborrado de libros, un
buen trabajo como correctora y las visitas a la sinagoga acompañada por
su idische mamme. Podría decirse que la suya es una buena vida,
pero algo muy importante le falta: una pareja, alguien con quien compartir
las lánguidas horas de sus 28 años de soltera. De los hombres que
conoce, ninguno coincide con el ideal que se ha forjado en su cabeza: uno
es frío y calculador; otro, falto de gracia; el siguiente, gay no
asumido; aquel, demasiado intelectual...
Al borde de un ataque de nervios, recurre a los avisos clasificados
"del corazón" y se maravilla al descubrir uno que contiene una
cita de Rilke, su poeta favorito. Jessica cree haber encontrado a su alma
gemela, pero se desengaña cuando descubre que el aviso en cuestión
aparece en el rubro "Mujer busca mujer". Sin embargo, y a pesar
de que ella es heterosexual convencida, responde, con la esperanza de
conocer, si bien no a su pareja, al menos a alguien interesante con quien
poder dialogar.
La desconocida, con quien se cita en un bar, es Helen Cooper (Heather
Juergensen), una sensual morocha que trabaja en una galería de arte y que
es casi el exacto reverso de Jessica: vital, exuberante, a la búsqueda de
nuevas sensaciones que sus variadísimos encuentros sexuales con hombres
no han logrado despertar en ella.
Sin embargo, a pesar de ser tan distintas (o, quizá, justamente por
eso), la química entre las dos mujeres se da en forma instantánea, y de
la conversación banal acerca del tono de un lápiz labial o el corte de
un vestido, la relación derivará rápidamente hacia terrenos más
inquietantes cuando, al final de la cita, Helen le estampe a la confundida
Jessica un beso violento que hará que tambaleen en un segundo sus
rígidas estructuras mentales y morales.
Así nace entre las chicas una mezcla ambigua de amistad y amor, que
crece a los tirones, entre las dudas y retaceos de Jessica y las demandas
de la fogosa Helen. La trama está brillantemente sostenida por diálogos
inteligentes y punzantes y en ella no faltan las situaciones divertidas.
Es desopilante, por ejemplo, la secuencia en que se disponen a su primer
encuentro sexual: Jessica le pregunta a Helen si es necesario utilizar
alguna clase de accesorios y, ante la duda de ésta, despliega todo
un arsenal de folletería y libros sobre la temática, que –se nota–
ha investigado concienzudamente.
El punto fuerte de Besando a Jessica Stein es, sin dudas, el
guión (escrito por las protagonistas): consistente, pleno de momentos
recordables, con personajes femeninos sólidos y lejanos de estereotipos.
El director Charles Herman-Wurmfeld eligió una puesta en escena
absolutamente transparente, que se amolda a los avatares de la historia.
Esta invisibilidad, que en principio podría juzgarse un déficit,
adquiere en esta comedia romántica el peso de una elección estética; es
como si el director se eclipsara en forma voluntaria para, simplemente,
seguir con la cámara las aventuras y desventuras de sus personajes.
Si algo hay para objetar a esta película agradable y audaz es el tono
concesivo del final. En lo personal, me pareció una especia de
"arrugada" que desentona en un film que invita a ensanchar las
libertades personales y a animarse a nuevas experiencias. No pienso, bajo
ningún concepto, violar aquí la sagrada ley que proscribe contar el
final de las películas, de modo que invito al lector a ver Jessica
Stein y, a la salida del cine, elaborar sus conlusiones. Me gustaría
saber si creen que reclamar otro desenlace para este film es pedirle
demasiado al cine norteamericano (aunque sea "independiente",
como en este caso), o, por el contrario, si piensan que la película está
muy bien así como está. El Foro de discusión de CINEISMO está a
vuestra entera disposición...
Ariel Leites