Sin el guión de Sensatez y sentimientos, sin las imágenes
creativas de El tigre y el dragón, sin la ternura de Comer
beber amar, la última película de Ang Lee es sencillamente un
producto mediocre. Evidentemente realizado con el dinero y el equipo
necesarios, "a primera vista" no tiene nada para objetar:
correctos el vestuario, la fotografía y las actuaciones. Pero todo en
esta película es sólo eso: correcto. Y bien sabemos que no alcanza con
la corrección para hacer buen cine.
La historia transcurre en 1861,
durante la guerra civil de los Estados Unidos. Un grupo de cuatreros que
apoyan la lucha de los esclavistas deciden armarse en guerrillas para
atacar a los ejércitos del Norte. En el medio de los avatares de esa
guerra cuerpo a cuerpo surgirán amores, amistades y odios.
Cabalgando con el diablo
comienza con un casamiento. Durante esa celebración, dos de los
protagonistas mantienen una charla que concluye en que el casamiento es
otra forma de esclavitud. Por lo tanto, incluso quienes se jactan de ser abolicionistas,
estarían ejerciendo un tipo de sometimiento, no menos palpable aunque sí
mejor tolerado por la sociedad. Este tipo de reflexiones profundas
nos van a acosar durante toda la película: el maltrato a los negros, la
inutilidad de la guerra, el miedo a la muerte, etc. Pero en ningún
momento se tratará de diálogos medianamente inteligentes, sino de
clisés que, en realidad, esconden cierto aire conservador detrás de las
palabras.
En el plano de lo visual ocurre lo
mismo. Ang Lee nos muestra imágenes bellas, pero vacías. Paisajes
hermosos, pero inconsistentes. Quizás sea El tigre y el dragón la
única de sus películas en la que se permitió un mayor vuelo en este
sentido. Pero ahora, nuevamente, tenemos imágenes que no dicen nada.
En cuanto al género, pretende ser
una suerte de western, pero ni el ritmo ni las actuaciones acompañan esta
idea. Los actores más parecen niños ricos jugando a ser vaqueros. Y
lejos están de aquellos personajes de fuerte carácter interpretados por
Clint Eastwood o James Stewart. A Tobey Maguire le sientan mejor papeles
como el de Fin de semana de locos. En todo caso, la perlita quizás
sea Jonathan Rhys-Meyers, el protagonista de Velvet Goldmine.
Especialmente para quienes hayan visto esa película de Todd Haynes, volver a
verlo aquí haciendo de villano será divertido, y los ayudará a no
dormirse en una película tan larga y aburrida como esta.
Cecilia Pérez Casco
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