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CAMBIO DE VIDA
(Monster's Ball)

Estados Unidos, 2001


Dirigida por Marc Forster, con Billy Bob Thornton, Halle Berry, Peter Boyle, Heath Ledger, Sean Combs.



Indudablemente, el 11 de septiembre encontró a Hollywood revisando el mensaje ideológico de su cine. Esta actitud, que no era privativa de la industria cinematográfica, buscaba quebrar algunos clisés que parecían inapelables, tanto en lo que respecta a temas de violencia como al problema racial particularmente, aspecto que desarrolla Cambio de vida, título elegido para su distribución en Argentina, y por demás significativo. Sabemos que después de septiembre las posiciones han variado, y se ha vuelto a un extremo nacionalismo.

En las cárceles de los Estados Unidos existe la tradición de que antes de ejecutar a un condenado, los carceleros deben procurar que sus últimas horas transcurran de la mejor manera posible, simbolizadas por el Monster’s Ball del título original. La otra tradición es que los hombres de la familia Grotowski han sido los encargados en una cárcel sureña de acompañar a los condenados en esas últimas horas, es decir, son los responsables del "baile" (ball). Pero el más joven de la dinastía no se siente muy convencido de continuar la tradición familiar.

En el Sur profundo de los Estados Unidos, los condenados casi siempre son negros, claro, y los Grotowski siempre han sido racistas. Tampoco en este aspecto el hijo está dispuesto a sostener la ideología de su padre, heredada del intolerante abuelo y patriarca. Hank Hank (Billy Bob Thornton) se encuentra así entre dos conductas opuestas y tendrá un fatal enfrentamiento con su hijo, el cual desencadenará el cambio de vida del que hablábamos.

La oportunidad se presenta al establecer una relación con la viuda de la última víctima que acompañó a morir: una suma de encuentros y casualidades generan un melodramático romance interracial, aunque ella tiene la piel casi tan clara como la del hombre. Ambos son personajes que han atravesado una tragedia, que viven su dolor en soledad y que necesitan amor, desesperadamente. Un primer encuentro sexual que va de lo más animal a lo más humano es el punto de inflexión en esas vidas desesperadas, la (com)puerta que abre sus corazones a una relación que sabemos será difícil, o casi irresoluble, socialmente.

Con una narración tensa que atrapa al espectador, la película se basa en las coincidencias, y abunda en paralelismos y encuentros reiterados, señales de que un destino común une esas dos vidas ineluctablemente. Pero no les será fácil vivirlo: los personajes están perseguidos por sus contradicciones, muchas preguntas quedan sin respuesta, y la muerte es una amenaza ominosa que sobrevuela a la pareja. Si bien hay puntos argumentales que no cierran, la última escena del film los redime.

La película está muy apoyada en la actuación de sus estrellas. Ninguno de los protagonistas es un personaje noble, ni simpático, y su relación con sus hijos es lamentable en ambos casos. Halle Berry se destaca como una actriz impecable, poseedora de una rica variedad de matices expresivos, en un film de muchos silencios, o verdades dichas a medias. Recibió su Oscar por esta actuación, y confieso no recordarla en sus películas anteriores, algunas realizadas con Spike Lee. El gran Billy Bob compone un personaje duro, seco, inapelable, (¿demasiado?) cercano al de El hombre que nunca estuvo. Hank parece haber generado una máscara imperturbable para esconder sus necesidades afectivas, su dolor, o su culpa frente a los reiterados suicidios familiares. Su afición al helado de chocolate parece paliar una depresión sofocante. Si bien el film realiza un juego permanente de ambigüedades, es inevitable preguntarse si el protagonista puede trasmutar tan rápida y fácilmente actitudes radicales ancestrales, olvidar su machismo y racismo y rehacer su propia vida bajo otros signos. Y no olvidemos que Hank puede ser símbolo de su país.

Josefina Sartora      


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