Distribuido por
Miramax y estelarizado por el prestigioso Kenneth Branagh, este largometraje
australiano parecía destinado a caer inevitablemente en la categoría “cine
de qualité”.
Sin embargo, esta historia
(inspirada en la vida real) de tres hermanas aborígenes que son arrebatadas
del seno materno para ser reeducadas en una misión inglesa –y que luego
deciden huir para reencontrarse con su madre y su tierra– escapa a casi
todos los convencionalismos.
A
diferencia de tantas películas ambientadas en contextos coloniales, Cerca
de la libertad respira un medio tono alejado de la demagogia que,
paradójicamente, le permite impactar más. El film decide concentrarse en la
huida de las hermanas en lugar de aspirar a convertirse en un documento
sobre los males del imperio británico y la destrucción de otras
civilizaciones. Así termina siendo, gracias a los agrestes paisajes del
desierto australiano, algo cercano a ciertos westerns interpretados
por Clint Eastwood (como El fugitivo Josey Wales). Incluso las
protagonistas, colaboración de una pobladora del desierto mediante, en un
momento dado comienzan a calzarse esas camperas largas y oscuras que tanto
se ha visto vestir a los hombres del Oeste.
Por otro
lado, la riqueza de los personajes secundarios es completamente inusual,
destacándose un rastreador aborigen que se ocupa de seguir las huellas de
sus propios compatriotas en fuga. Este personaje, que no es un traidor pero
tampoco ayuda a los suyos y se limita a cumplir con su labor para obtener en
forma rápida su libertad (y volver con su propia familia), es magníficamente
interpretado por David Gulpilil, también presente en The tracker, un
film exhibido en el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires en el que
desarrolla, con aun mayor brillantez, un papel similar.
Pero las
verdaderas estrellas son esas niñas que recorren mas de mil kilómetros
siguiendo el recorrido de una cerca “a prueba de conejos” que es la que da
el titulo original (Rabbit-Proof Fence). Una hazaña que parece
imposible pero que, gracias a la suerte y la persistencia, se va
convirtiendo en una realidad que llega a poner en ridículo al imperio más
poderoso del mundo durante las primeras décadas del siglo XX.
Más allá de
ciertas convenciones impuestas por los cánones de las distribuidoras
estadounidenses, Cerca de la libertad no deja de ratificar los
comentarios en torno de la buena salud del cine australiano, trasluciendo al
mismo tiempo temas ocultos en el cine de esas latitudes, como son la
opresión a los aborígenes, la relación con los ingleses y los vínculos
familiares. Y ofrece el plus de ver a Kenneth Branagh en un papel menor,
afortunadamente contenido por el director Phillip Noyce. Quien nunca
aparta el foco de las niñas, consciente de que son ellas las que hacen volar
bien alto a la película.
Rodrigo Seijas
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