Al parecer, las Spice Girls (Spice World) acaban de filmar otra
película desde la clandestinidad. Si no, fíjense en este bodrio que se
llama Coyote Ugly. Sin aviso previo, el productor de Armageddon
y similares nos pone ahora frente a otras cinco chicas de plástico que
bailan, cantan y se divierten. Los que no se divierten son los espectadores,
ni siquiera con la esperanza de que en algún momento aparezca el Coyote que
perseguía al Correcaminos para hacer justicia.
Esta es la historia de Violet, una joven inocente y pueblerina que decide
mudarse a Nueva York para cumplir su sueño: vender las canciones que
compone a una gran estrella o a un importante sello discográfico. Uno de
los problemas que encuentra para alcanzar su meta es que la única forma de
dar a conocer sus composiciones es cantarlas ella misma sobre el escenario,
al que le tiene una temible fobia. Para ir tirando, mientras se anima a dar
el gran salto, la chica logra hacerse contratar en el bar que le da nombre a
la película. En ese lugar, las camareras son el centro de atracción:
bailan, se insinúan, provocan, seducen y enamoran. A pesar de su
personalidad retraída, Violet se suma a esta troupe de bellas y
sugerentes mujeres de la noche. En el ínterin también se consigue un
noviecito que pondrá toda su dulce y buena voluntad para que ella venza ese
terror al escenario.
A los pocos minutos de iniciada la película, la asociación con Una
cosa llamada amor de Peter Bogdanovich se presenta. Los elementos son
similares: la juventud, el abandono del lugar donde se ha crecido como
condición para empezar a ser "uno mismo", la música y la
composición (aunque en Coyote Ugly sea el pop y en la otra el
country), el amor y el temor al fracaso. Sin embargo, esta asociación
cumple un solo y contundente propósito: marcar la diferencia entre un
director inteligente y un títere del mercado. Bogdanovich demostró que la
"historia simple" de los compositores jóvenes también puede ser
compleja, profunda y, al mismo tiempo, nos dijo algo sobre la creación. En Coyote
Ugly, el director McNally y la guionista Gina Wendkos no sólo no dicen
nada de nada, sino que la historia que presentan es apenas una excusa para
que desfilen bellas chicas (que no faltaban en la película de Bogdanovich:
Sandra Bullock y Samantha Mathis), medio desnudas y con "mucho charme".
Y los protagonistas... sus nombres reales dicen algo sobre sus
performances: Violet está animada por Piper Perabo y su novio, por Adam
García. La sonoridad de Piper Perabo parece la metáfora perfecta de su
poco agraciada interpretación. Y Adam García compite con ella por el
primer puesto tanto en la fealdad del nombre como en la falta de carisma,
insipidez y antipatía.
La explicación de qué significa Coyote Ugly es de lo más
decepcionante (aunque en este marco, algo inteligente no era de esperar) y
la escena final con John Goodman (que interpreta al padre de la chica)
haciendo un streap tease sobre la barra del bar es de pésimo gusto.
¿Qué más se puede agregar?