Este film del mexicano Carlos Carrera supo ser muy promocionado en
distintas partes del mundo, en muchas de las cuales concitó enormes
expectativas por parte del público. En México generó un boom de
polémicas y de taquilla: inicialmente se estrenó con 200 copias que
luego debieron ser duplicadas. Ya la han visto más de 5 millones en ese
país.
Pero no era para tanto. Ni muy muy,
ni tan tan, habría que decir de esta suerte de culebrón algo distante de
las primeras peliculas de Carrera. Sin los climas ni las sutilezas de La
mujer de Benjamín o La vida conyugal, el cineasta optó esta
vez por la provocación... por la provocación misma (y por supuesto,
también por la taquilla). Protagonizado por el muy de moda Gael García
Bernal (Amores perros, Y tu mamá tambien, Vidas privadas,
y recientemente rodando en la Argentina bajo la batuta del brasileño
Walter Salles, en el papel de un Che Guevara jovencito) y por una auténtica
revelación: Ana Claudia Talancón. Muy atractiva, sensual y bien provista
chamaquita, corre con el rol de Amelia, la muchacha que hace que el joven
cura Amaro dé su paso en falso.
Aunque con cierto humor y
prolijamente narrada, la pelìcula no supera la seudotransgresión a
caballo de un amor carnal, desatado, de esos que están llamados a
culminar en tragedia. Si de comparar se trata, me quedo con el romace que
animaron Camila y otro cura, el padre Ladislao, en el famoso film de María
Luisa Bemberg.
Fernando Brenner
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