Una película puede pasar a la historia
por méritos propios o por hechos meramente fortuitos, como es el caso de Cuenta
final, film que sólo podrá ser recordado por permitir que la
"súper ballena" de Marlon Brando comparta una escena con Robert
De Niro por primera vez.
Se podía esperar un gran
espectáculo. Y no sólo por el acontecimiento mencionado, sino también
por el sólido elenco que también incluye a Edward Norton y Angela
Bassett, y por la dirección de Frank Oz (quien según parece tuvo mil y
un problemas con Brando, a punto que el propio De Niro terminó
haciéndose cargo de dirigirlo). Oz es un veterano de la comedia que ya
había mostrado buen pulso en La tiendita del horror, Bowfinger
y Los Muppets. Pero, lamentablemente, la decepción es grande.
Este encuentro de dos titanes de
Hollywood recuerda a otro, el de Fuego contra fuego, policial en el
que Al Pacino y De Niro, también por primera vez, compartieron pantalla.
La gran diferencia radica en que el magnífico film dirigido por Michael
Mann tiene muchos otros méritos: las vibrantes escenas de acción, los
excelentes papeles secundarios de Val Kilmer, Jon Voight, Ashley Judd y
Tom Sizemore entre otros, y la melancólica y emotiva historia de ladrones
y policías que logra un efecto inmediato de identificación en el
espectador. Y sobre todas las cosas, una marca autoral muy poco frecuente
en el cine norteamericano de estos tiempos.
Nada de eso sucede con Cuenta
final, que relata la odisea de un ladrón experto en cajas fuertes (De
Niro) que decide retirarse para dedicarse tiempo completo a su novia
(Bassett) y a su club de jazz, pero que es tentado por un amigo (Brando) a
realizar un último gran golpe en compañía de otro joven ladrón
(Norton) que le va a reportar una fortuna. A diferencia de Fuego contra
fuego, acá resulta imposible identificarse con la historia, mientras
que no se percibe huella autoral alguna.
Cuenta final
es tan prolijita, correcta y calculada que le termina ocurriendo lo que a
tantos ladrones: la pescan con las manos en la masa. Darse cuenta de lo
que va a suceder al final es fácil, mucho más fácil de lo que debería.
El notable coro de intérpretes
tampoco da los frutos esperados: Bassett parece estar de relleno, Norton
rompe la paciencia en su doble papel de retrasado y ambicioso
ladrón. Brando y De Niro están bien, y el encuentro no deja de ser
disfrutable, pero igual deja gusto a poco. Como toda la película que, a
no dudarlo, pronto será olvidada.
Rodrigo Seijas
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