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LA FABRICA DEL HOMBRE OCCIDENTAL
(La Fabrique De L'Homme Occidental)

Francia, 1996



Largometraje documental dirigido por Gerald Caillat
.



Al frente de su micrófono, en el interior de un estudio de grabación francés, Pierre Legendre (también conocido como "el Buñuel de la antropología") parece un científico loco mientras lee con entusiasmo un trabajo inédito de su autoría. Gerald Caillat, el otro realizador del film, permanecerá invisible, pues se limitará a comentar las imágenes captadas por su equipo en la Francia de fin de siglo. Una vez más, las ideas se anteponen al despliegue técnico. No hay nada excepcional en el registro audiovisual de este largometraje de 73 minutos: un nacimiento en un hospital, un encuentro del Papa con sus feligreses en Italia (con algunos comentarios sobre la arquitectura del lugar en el que se reúnen), una clase de lengua para niñas, una sesión de un curso para futuras bailarinas, una convención de empresarios con show incluido, un desfile militar, un transplante de corazón.

Sin embargo, la voz de Legendre sabe agregar a cada escena comentarios incisivos que convierten a las inocentes imágenes en un caudal de pensamientos. A través de La fábrica del hombre occidental las acciones cotidianas se "extrañan" hasta convertirse en misteriosos rituales casi carentes de sentido. No hay nada anormal en el parto: la enfermera destapa la tráquea del bebé para que pueda respirar correctamente y le pega hasta que llore. Después le coloca un gorro en la cabeza, un identificador en el talón y lo deja descansar en el interior de una incubadora. La voz de Legendre sentencia: "llegamos al mundo en medio de un teatro tecnológico". Y es cierto, el primer contacto de ese sujeto con el mundo estuvo signado por cables y aparatos, en una sala aséptica, con decenas de científicos enmascarados, vestidos de blanco. Y esto es sólo el comienzo.

Los estudios de este jurista, psicólogo y antropólogo han sido encuadrados en el campo de la "antropología institucional". A Legendre le interesa cómo nos ubicamos en el mundo gracias al lenguaje; cómo es que el lenguaje nos permite existir. La "humanización" que operan sobre los hombres las instituciones contemporáneas, parece decirnos, es tan tierna y práctica como terrible y opresiva. La educación de los cuerpos (tanto en el desfile militar como en las clases de danza) y de las mentes (en la clase de primer grado o a través del discurso de un empresario) son efectos del poder. Gracias a los cuales podemos habitar este mundo... no sin quedar fatalmente pegados a la cultura dominante.

En el discurso de Caillat/Legendre conviven con inusitada armonía diversas corrientes del pensamiento europeo del siglo XX: la mirada crítica de Frankfurt, el marxismo estructuralista, el psicoanálisis de Lacan, los discursos sobre el poder de Foucault, la mirada desde el lenguaje que cultivó Heidegger y, más recientemente, Derrida. El diálogo constante y fluido entre la voz en off y las imágenes (cuya base es el respeto mutuo) hacen de La fábrica... un documental original, muy valioso. Hasta ahora lo que teníamos eran algunos discursos audiovisuales cercanos a y bien recibidos por la academia (como Sin sol, de Chris Marker), discursos académicos sobre el cine (La imagen tiempo o La imagen movimiento de Gilles Deleuze) o cine puro resignificado por los claustros (desde la obra de Tarkovski por la vertiente crítica hasta las producciones hollywoodenses por la semiótica). Sin embargo, eran contadas las ocasiones en las que la academia –en su versión más lúcida– y el documental –tomando distancia de lo periodístico, lo sensacionalista y lo meramente descriptivo– se habían dado la mano para potenciarse. Pocas veces ese encuentro fue tan feliz como en el film-ensayo que la distribuidora argentina Cine Ojo estrenó en el Cosmos.

Máximo Eseverri      


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