HOMEPAGE
ESTRENOS
VIDEOS
ARCHIVO
MOVIOLA
FORO
CARTELERA
PRENSA
ACERCA...
LINKS















INTELIGENCIA ARTIFICIAL
(A.I.)

Estados Unidos, 2001


Dirigida por Steven Spielberg, con Haley Joel Osment, Jude Law, Frances O`Connor, Sam Robards, Brendan Gleeson, William Hurt.



Pasa algo bueno con Steven Spielberg. Lejos de conformarse con volver sobre las fórmulas que lo consagraron y enriquecieron (cosa que hace, por ejemplo, con los dinosaurios), se impone nuevos caminos. No es garantía de nada, claro está, ya que los nuevos caminos son más peligrosos que los conocidos, y se puede por ello, más fácilmente, tropezar con las piedras que los tapizan. Esquivarlas: ese es el desafío. Por lo demás, nunca se trata de empezar cada vez de cero, sino de aprovechar el bagaje intelectual, profesional, artístico, para inaugurar formas, temas y puntos de vista. En el caso de Spielberg, este bagaje es de los más cuantiosos. Y está puesto, entero, en Inteligencia artificial. El resultado, me permito anticipar, es una película sumamente ambiciosa en lo temático, algo menos en lo formal, previsiblemente deslumbrante (o lograda) en los aspectos de producción.

A.I. no logra totalmente sus objetivos, y esto también era de prever: las ideas que hay detrás son tantas y tan complejas que hubieran demandado dos o tres films en lugar de uno, y varias veces se ubican por encima de una película que, en lugar de penetrarlas, las roza apenas. Otras veces, en cambio, Spielberg las apresa, las atraviesa, las hace pesar. En cualquier caso, las puso a todas sobre la mesa y se esforzó por desplegarlas dignamente.

Inteligencia artificial se apoya en un relato de ciencia ficción del consagrado Brian Aldiss y también, de algún modo, en algunas conversaciones que el propio Spielberg mantuvo con Stanley Kubrick, quien acarició este proyecto durante dos décadas, aunque murió sin haberlo iniciado. El relato es largo, excesivas dos horas y media diría yo, pero va directamente al grano. Estamos en un futuro en el que el "efecto invernadero" derritió los polos, dejando a Nueva York y otras capitales bajo el agua. Hace rato que, en este futuro, la tecnología consiguió replicar a los seres humanos con robots que, en su aspecto físico, resultan casi indistinguibles. A estos robots los denominan mecas (por oposición a orgas, que vienen a ser los cristianos). Lo que está por empezar es la era en que los mecas, gracias a la complejidad de los chips que los impulsan, consigan sentir, soñar... amar. El primero de esta clase será un prototipo de la empresa Cybertronics llamado David. Tendrá la cara de Haley Joel Osment (el chico de Sexto sentido) y vendrá específicamente programado para amar a sus padres. Sobre el comienzo mismo de la historia, una empleada de la compañía se ocupa de anticipar cierta pregunta esencial: si el robot va a amar a las personas... ¿cuál será la responsabilidad de las personas hacia él?

Siete palabras predefinidas en fábrica tiene que pronunciar Monica (Frances O'Connor) frente a su adoptado David para conseguir que este empiece a amarla incondicionalmente... y para siempre. También las necesitaba Osment (que ya había hecho el robotcito en Sexto sentido), para convertirse en ese hijito querendón que todos estábamos impacientes por presenciar, y el propio Spielberg, que con el cambio de mirada del chico redondea el primer clímax emotivo de la trama. No habrá muchos otros, y este es uno de los desajustes de A.I.: la especulación racional están muy por encima del impacto afectivo que, además de emocionar, en casos como este siempre ayuda a sintetizar y encaminar los devaneos lógicos. La cuestión es que David se convierte en algo cada vez más parecido a un hijo natural de Monica (y de su marido, Henry): los quiere pero, en contrapartida, también demanda que lo quieran a él. Y todo se complica cuando Martin, el hijo de carne y hueso del matrimonio, que estaba vegetante, a punto de morir (por eso adoptaron a David), se recupera milagrosamente y vuelve a ocupar su lugar en la casa. Poco después, ya lo tenemos a David de patitas en la calle: si lo encuentran los de Cybertronics seguramente lo destruirán; y si cae en alguna "Feria de la Carne" (espectáculos en los que fanáticos anti-meca despedazan morbosamente a los robots), ni les cuento. David lo sabe y empieza a cumplir esa condena no escrita que lo obliga a huir, a atravesar sin rumbo la sordidez de aquella city del futuro. No está solo, ya que un super-oso de juguete (que es a los actuales lo que un Ford Fiesta a un T) y Joe Gigolo (un meca programado y dotado para satisfacer toda clase de apetitos sexuales) le hacen el aguante. Sepan que David no se resignará a perder el amor de Monica, es decir de su mamá, y hará todo lo posible –lo imposible también– por recuperarlo. Esto pasa, piensa él, por encontrar la forma de convertirse en humano (en un niño de carne y hueso).

Como pueden ver, ya en el tema se funden y confunden mitos, tesis y verdades que la ciencia y técnica, la ciencia ficción, la moral y la filosofía (por no decir la religión) ya abordaron muchas veces. Esto no quiere decir que los hayan resuelto; de hecho no, siguen vigentes, y este es uno de los elementos que juegan en favor de la historia. Por lo demás, A.I. también se nutre –¡y cómo!– de casi todo lo que la literatura elaboró sobre la materia. Simplificando un poco, podríamos decir que en el plano argumental-temático el film de Spielberg es una versión libre y combinada de Pinocho y Frankenstein, sazonada con muchas de las mejores líneas de la ciencia ficción yanqui de los últimos cincuenta años. Lo que equivale a afirmar que no ofrece nada nuevo y, a la vez, sí. Es que la ausencia de ideas completamente originales (no las hay, créanme) se compensa con el hecho, ciertamente novedoso, de que el film compendia casi todo lo que se ha pensado sobre la cuestión. En este sentido, cabe lamentar que no se haya explotado más a fondo el ángulo humano, es decir las posibilidades de que una persona llegue a amar a un ente inanimado que, no obstante, por sus propias cualidades equivale a una criatura viva (y más concretamente, a un hijo)... en lugar de concentrarse tanto, y por momentos tan unilateralmente, en el punto de vista del niño robot. Y ya que estamos con el niño robot: ¿cómo puede ser que no se lo haya programado para crecer, habida cuenta de que sus padres son mortales, ni para superar, en la misma medida, el complejo de Edipo?

La que no deja de ser original es cierta vertiente del planteo en virtud de la cual, por vez primera, un film se asoma a la insensibilidad de los humanos ante ciertas máquinas merecedoras de afecto, toda vez que la constante ha sido machacar sobre lo opuesto. En este sentido, el film de Spielberg podría considerarse una versión invertida, ciertamente audaz, de Terminator y The Matrix.

En lo que a citas u homenajes fílmicos respecta, el desfile es virtualmente interminable. Desde la filosofía del propio Kubrick, cuya 2001: Una odisea del espacio planea en más de una ocasión, hasta las criaturas galácticas de George Lucas, evocadas en la graciosa –y a la vez patética– galería de mecas que en determinado momento invaden la narración. Desde El vengador del futuro de Paul Verhoeven hasta los clásicos bizarros de los '60 (La noche de los muertos vivos y 2000 Maníacos, especialmente) que reviven en los sádicos torturadores de robots. Pasando por El mago de Oz y por el mismo Spielberg, que inhuma varios rasgos –criaturas, esquemas, gestos– de sus Encuentros cercanos del tercer tipo y E.T. Lo mejor de todo esto es lo que tiene que ver con Lucas, ya que por unos minutos le insufla a A.I. la soltura y la locura, la alegría y la libertad, que mayormente le faltan. Lo que también le falta, por suerte, son secuencias marcadamente idiotas y golpes bajos evidentes.

Si de citas se trata, me permito una última. La de la única superproducción tan ambiciosa como esta a la hora de generar un mundo aparte para explorar preguntas hondas. No les quepan dudas de que A.I. va más lejos, porque es más inteligente pero sobre todo mucho más honesta, que The Truman Show.

Guillermo Ravaschino     

ARTICULOS RELACIONADOS:
   >Crítica de The Truman Show


Enviá tu crítica al Foro