El comienzo puede desanimar:
la típica toma aérea de los rascacielos de una gran ciudad, el recitado en
off de un texto demasiado "escrito", el corte a un flashback con una placa
que reza "cuatro días atrás"; indicios todos que hacen pensar en un
thriller con rompecabezas, al estilo de los de John Grisham (The Firm),
que tan populares fueron durante los '90. Sin embargo, conviene esperar:
todo cambiará en pocos minutos.
Michael
Clayton (George Clooney) trabaja de "fixer" en una firma de abogados en la
que siempre hay algo que arreglar: en este caso, Arthur (Tom Wilkinson), el
abogado litigante más brillante de la empresa, enloquece después de años de
trabajar en un caso para U-North, una compañía de fertilizantes que
contamina las napas de cientos de inocentes granjeros. Víctima de un ataque
maníaco, Arthur termina desnudándose en la corte frente a la testigo
star de la querella, una ingenua chica de provincias. Karen Crowder (Tilda
Swinton) es la flamante presidenta del consejo de U-North que, exigida por
su doble condición de joven y mujer, precisa terminar con este asunto lo
antes posible.
Desde
ya, éste es un trabajo para Clayton, el hombre que entre las sombras del
mundo corporativo se encarga de las tareas que nadie quiere agarrar.
Criado en un barrio de clase trabajadora, hijo y hermano de policías, dejó
de lado una carrera como fiscal para unirse a la firma y utilizar sus
contactos en un trabajo en el que se destaca. "Los policías creen que sos
abogado y los abogados creen que sos alguna clase de policía", es lo que le
dicen en algún momento, y es cierto. Intentó un negocio junto a su hermano
para poder retirarse, y ahora lo persiguen las deudas. Mientras lucha contra
una adicción al juego y trata de estar presente para con su hijo de
diez años, Michael tiene sus propios demonios que combatir.
A pesar
de lo que marcaron algunas críticas, no estamos ante una película "de
denuncia": no hay nada novedoso por el lado del manejo de las corporaciones
ni en lo despiadado de sus métodos. Los entretelones de una empresa y sus
juegos sucios para seguir sobreviviendo no son más que el acompañamiento; el
plato principal es el viaje personal de un hombre que, al llegar a la mediana edad,
debe hacerse cargo de sus elecciones políticas, morales y personales.
Con la
conciencia de las limitaciones que (paradójicamente) derivan de su propio
carisma y magnetismo, George Clooney realiza una interpretación discreta. El
eficiente Tom Wilkinson le da humanidad a su personaje. La británica Tilda
Swinton encarna a la perfección a una mujer absorbida por su trabajo y por
su miedo al fracaso, sin una vida personal a la vista, víctima de un pánico
que hace que todo se le vaya de las manos.
Esta es
la opera prima como director del experimentado guionista Tony Gilroy (El
abogado del diablo y la saga de Bourne, entre muchas otras), quien le
imprime la energía, la atmósfera y el énfasis en la palabra (bien dicha) a
una película que, tal como Zodíaco de Fincher, está inspirada en los
thrillers de los años '70 (Los tres días del cóndor, Todos los
hombres del presidente). Hijo y hermano de gente vinculada al cine,
Gilroy ambientó parte de la historia en el barrio de su infancia, en los
suburbios de Nueva York, donde se filmaron las escenas de la casa del padre
de Clayton, y muestra a la familia como el sitio donde se puede regresar;
donde lo único que en definitiva importa es quién uno realmente es. De allí
el final: tres minutos de un plano fijo que muestra a un Clooney/Clayton
vulnerable, con las marcas de agobio que el tiempo y las preocupaciones han
dejado en el personaje, y en el hombre.
María Molteno
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