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    | MUSICA
    DEL CORAZON(Music Of The Heart)
 Estados Unidos, 1999 | 
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    | Dirigida por Wes Craven, con Meryl Streep, Aidan Quinn, Gloria Stefan, Angela
    Bassett, Jane Leeves, Cloris Leachman, Josh Pais.
 
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    | Quién lo hubiera dicho del hacedor de La
    última casa a la izquierda, de la primera y la última Pesadilla que habitó
    el cruel Freddy Krueger, de las tres ediciones de Scream... El mismísimo Wes
    Craven, siempre tan dispuesto a atizar los miedos primitivos del público, se ha mandado
    una de Meryl Streep que viene con todos los violines puestos. Es decir, no hubo que
    agregar cuerdas en la banda de sonido para acompañar los lagrimones que la actriz vierte
    siempre con tanta facilidad (salvo cuando se anima a hacer comedia como en La muerte le
    sienta bien). En este film, la favorita de la Academia hollywoodense no sólo toca el
    violín sino que anda tratando de encontrarle utilidad a cincuenta violincitos que se
    compró alguna vez para enseñar.
 La cosa viene así: Meryl Streep interpreta a Roberta
    Guaspari, un personaje de la vida real y de estos tiempos, una neoyorquina con dos hijos
    varones que, una vez abandonada por su marido marine, consigue empleo como maestra
    sustituta de música en una escuela de Harlem (ahí es donde logra colocar los
    instrumentos). Antes, por suerte para ella, se encuentra con Aidan Quinn, que la
    recomienda para ese trabajo y la corteja un poquito. Meryl empieza a dar sus clases, se
    compra un depto con la guita del divorcio y echa a Aidan porque no quiere ni
    casarse ni comprometerse ni nada. Sólo retozar. Sigamos con esta historia verdadera que demuestra que no solamente Erin Brockovich
    consiguió que una estrella la interpretara en la pantalla: Roberta Guaspari también.
    Bueno, con algunos sinsabores por el camino peleítas con la madre, conflictos con
    los hijos, rebeldía de algún alumno la maestra avanza en su proyecto de que cada
    vez más niños accedan al aprendizaje del violín. Y aunque le va muy bien en los
    resultados y los chicos dan unos conciertos bárbaros, al cabo de los años las
    autoridades deciden cortar el presupuesto y la despiden. Naturalmente, a esta altura de
    sus logros, la maestra no se achica y con el apoyo de amigas solidarias, aparece la
    solución: dar un gran concierto con la participación de figuras estelares. Desde luego,
    las cosas salen a las mil maravillas, caso contrario no se habría filmado esta
    producción. Y este es el momento en que Roberta, la original, sigue en pleno 2000
    organizando eventos para mantener los cursos de violín en una escuela de Harlem. Alejado esperemos que temporariamente de sustos y baños de sangre, Wes
    Craven demuestra que puede conducir con sencillez y transparencia un asunto dramático
    pero no trágico. Pese a cierta tosquedad del guión, que no desarrolla suficientemente
    algunas situaciones la visita de los chicos al padre o simplifica el trazo de
    personajes secundarios, Craven se las apaña para hacer funcionar un discreto clasicismo,
    sin alardes de ninguna especie. Y si bien el público tendrá más de una ocasión de
    lagrimear gustosamente, vale reconocer que el director no incurre en sensiblerías ni en
    demagogia. Se detiene en el momento justo, sin cargar las tintas, sabiendo perfectamente
    que si tiene a Meryl Streep como madre y maestra en lucha contra la adversidad y además
    un puñado de simpáticos niñitos negros y blancos tocando el violín, no hay más que
    poner la cámara en el lugar correcto para registrar las escenas. Y dosificar el suspenso
    previo al superconcierto para acrecentar la emoción y la felicidad de los personajes y de
    los espectadores. Moira Soto
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