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EL OBSERVADOR
(The Watcher)
Estados
Unidos, 2000 |
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Dirigida por Joe Charbanic, con James Spader, Keanu Reeves, Marisa Tomei,
Ernie Hudson, Chris Ellis, Robert Cicchini.
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El director Joe Charbanic menea la cámara a más no poder. Imagínense a
John Travolta en Grease, con unos vinos de más, portándola. El
problema es que tanto movimiento no sirve para nada. Este buen muchacho, con
gran experiencia en la realización de videoclips, se debe haber divertido
de lo lindo durante el rodaje de El observador. Pero, sin lugar a
dudas, el jolgorio alcanzó picos nunca vistos en el montaje. No sólo las
imágenes cayeron en manos de un hiperkinético beodo, sino también el
sonido y la musicalización, la que no obstante incluye el único punto
favorable de esta película. Una canción de Portishead.
Así que, mucho movimiento y poca historia. Demasiados flashbacks
y pobres montajes en paralelo. Todo para contarnos sobre un ex agente del
FBI que vive en Chicago y atraviesa un pozo depresivo. La culpa le impide a
Joel (James Spader) llevar una vida normal: años atrás, un peligroso
asesino serial se le escapó delante de sus narices en Los Angeles. Por ese
traumático episodio, Joel acumula mugre en su departamento, toma
medicamentos hasta para ir de cuerpo y asiste puntualmente a las sesiones
con su terapeuta (Marisa Tomei).
Eso no es todo, por supuesto, ya que aquel asesino serial (Keanu Reeves)
lo ha seguido hasta Chicago y lo vuelve a involucrar en sus crímenes.
¿Cómo? Enviándole, una por una, fotos de sus próximas víctimas
(mujeres) y dándole unas horas para que las ubique, y les salve la vida. De
eso se trata esta movediza película. Se llama El observador porque,
según explica Joel, el asesino estudia durante muchos días el
comportamiento de sus víctimas. Y la palabra de Joel es la única prueba
con la que contamos. Porque, ¿alguien vio a Keanu Reeves muy ocupado
observando a las chicas? Yo juro que puse todo mi empeño, pero la verdad,
no lo vi.
El observador es una película tan mal hecha que causa gracia. El
guión está repleto de fragmentos que no cierran. Por ejemplo, cuando Keanu
le toma fotos a una de sus víctimas, se nos muestra en detalle una
filmadora encendida que registra ese momento y retiene el rostro del
villano, desconocido por la policía y por Joel. ¿Esa cámara estaba
grabando? ¿Constituía una prueba? Si no grabó nada, ¿para qué se la
muestra con tanto esmero? ¿Porque tenía ganas de "experimentar"
con la imagen? Por favor. Y otra cosa, cuando los policías salen corriendo
detrás del auto azul del asesino, ¿no ven la patente? ¿El modelo? ¿La
marca? A ver si la idea era que notáramos que estos detectives son tontos.
Por último, el gato de la segunda chica asesinada, ¿qué papel cumple?
¿Para qué se lo enfoca así? ¿Qué significa todo esto?
Como si tamaño desorden narrativo fuera poco, tenemos en Spader y Reeves
a una de las parejas bueno-malo más insulsas que haya dado el cine. Ninguno
de los dos parece tomarse en serio lo que hace. Y mejor ni hablar de los
secundarios. ¿Será que El observador es una parodia que se disfraza
de película seria? Desgraciadamente, no. Es una película espantosa. En
serio.
Eugenia Guevara
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