La historia ocurre en Cuba y reconstruye un
sonado evento real que precedió en pocos meses a la triunfante revolución encabezada por
Fidel Castro:el secuestro de Juan Manuel Fangio, quíntuple campeón mundial de Fórmula 1,
por parte de un comando del castrista Movimiento 26 de Julio. Fue en febrero del 58,
en ocasión del segundo Gran Premio de La Habana, auspiciado y explotado
políticamente por el dictador Fulgencio Batista. El secuestro fue un gran éxito
para la guerrilla, que retuvo a Fangio el tiempo necesario como para privar a la ceremonia
deportiva de su principal animador y, cumplido ese objetivo, lo liberó ileso.
No hay un solo rasgo personal, original, mínimamente vigoroso que sugiera que esta
empresa el film tuvo otra razón de ser que la de convertirse en un
negocio. Y esto resulta particularmente lamentable en la medida en que Operación
Fangio recrea un operativo en el que hombres y mujeres arriesgaron sus vidas en haras
de un proyecto político. Es decir, una acción que está en las antípodas de cualquier
"negocio".
El film de Lecchi (Perdido por perdido, El dedo en la llaga) no deja
de exhibir logros puntuales. Una prolija puesta en época que incluye a la famosa
Maseratti del piloto de Balcarce y a la Ferrari de su némesis, Stirling Moss. Un
atendible empeño por honrar debidamente a la guerrilla, que no tenía nada personal
contra el campeón y no sólo lo trató muy bien, sino que se esforzó por hacerle
comprender la causa. Una encomiable actuación de Darío Grandinetti, que se
parece poco o nada al quíntuple campeón pero se le aproxima desde lo gestual: hace a un
Fangio bienvenidamente campechano, parsimonioso.
Pero el desgano de la obra es tan visceral que cada uno de estos méritos acaba
volviéndose en su contra. Los automóviles se ven muy bien... pero avanzan
increíblemente despacio. Los diálogos, sin ser falsos, resultan tan insípidos y
rutinarios que uno termina sospechando que no los rige la verdad histórica sino los
consejos de algún oscuro funcionario actual (el film recibió todo el apoyo del organismo
cinematográfico cubano). Y cuesta creer que a ese hombre que fue encumbrado ejecutivo y
accionista de Mercedes Benz me refiero por supuesto a don Juan Manuel unas
pocas horas le alcancen para digerir los motivos últimos de los jóvenes que lo tienen
cautivo.
Las miradas que se cruza Fangio con una hermosa y malactuada secuestradora son un
capítulo aparte, casi tan patético como algunos tiroteos que recuerdan a los de la
teleserie El zorro.