Relacionaré esta película con dos personajes: uno, obvio pero necesario,
es Andy Warhol, que una vez dijo que en el futuro todos tendrían sus
quince minutos de fama; el otro, más arbitrario, es Truman Capote, que
inauguró la novela de no-ficción con "A sangre fría",
un texto que no puede ser leído sin continuos escalofríos (también hay
una famosa versión cinematográfica). Para escribir esta novela, Capote
entrevistó, entre otros, a dos jóvenes norteamericanos que habían
asesinado, con incomprensible indiferencia y falta de motivos, a toda una
familia.
A Warhol, de padres checoslovacos,
no le hubiera gustado mucho que una película que lleva de título algo
así como su cita más famosa tenga como antagonistas a dos asesinos de
Europa del Este (Emil, interpretado por Karel Roden, checo, actor de cine
y teatro; y Oleg, el artemarcialista Oleg Taktarov; estos actores
están muy bien en sus papeles) que buscan fama y dinero explotando la
filmación de sus crímenes mientras son perseguidos por dos policías, un
poco retobados, pero que nunca dejan de ser héroes. Robert De Niro es
Eddie Flemming, el mejor detective de homicidios –sabe usar los medios a
su conveniencia; gana la portada de People–, quien tiene que
aguantar al joven Warsaw (Edward Burns), investigador experto en
incendios, que menosprecia la relación de su compañero con los medios e
intenta hacer justicia con método deductivo y sinceridad. Del otro lado,
Oleg graba en formato digital los crímenes que ejecuta su compañero,
obsesionado con convertirse en director de cine americano desde que se
deslumbró con ¡Qué bello es vivir! de Frank Capra.
El problema de verosimilitud que
presenta parte del guión es superado por la inteligencia parcial de la
propuesta y el sarcasmo en la invención de ciertos momentos interesantes
y entretenidos. Veamos.
La trama se desencadena cuando Emil
intenta cobrar una deuda y termina matando a cuchillazos a una pareja de
emigrados. La hermana de la mujer asesinada (la hermosa Vera Farmiga,
especie de Patricia Arquette estilizada) logra escapar y se convierte en
la testigo del crimen que los delincuentes tratarán de ultimar. Ahora,
¿para qué persiguen con ferocidad a la testigo (llegan a embotellar una
avenida y a prender fuego un departamento) si los propios rufianes filman
sus crímenes? Esta subtrama está de más, aunque termine generando el
asunto al que se refiere el título: los quince minutos de fama que los
asesinos buscan para triunfar en Estados Unidos.
De ahí en más, la invención es
interesante; el film sorprende con una vuelta de tuerca imprevista y crea
momentos que alientan nuestra imaginación, en particular la relación de
los psicópatas con el periodista tránsfuga de Kelsey Grammer, quien
satiriza la construcción de la verdad en los medios.
John Herzfeld dirigió varias
películas para televisión y la comedia negra ridícula 2 Days In The
Valley (demasiado inspirada en el "cubismo" cinematográfico
de Tiempos violentos, como Amores Perros y los films de Guy
Ritchie; especie de mecanismo en el que se amparan los guionistas que no
tienen mucho que contar). A partir de 15 Minutos, algún crédito
habrá que darle a Herzfeld, también guionista y productor de un film –éste–
que demuestra más convicción en la trama y en los personajes.
Inteligente es la idea de que un
asesino acose y sacrifique a mujeres muy hermosas; el espectador masculino
lo odiará al instante y pedirá su cabeza. Entre las beldades aparece
brevemente Charlize Theron (Herzfeld nos la había presentado en 2 Days
in the Valley, antes que la modelo ganara fama como actriz).
La narración es convencional, pero
efectiva, y combina la fotografía de Jean Yves Scoffier (El cuervo,
Ciudad de ángeles) con la imagen pixelada e inestable de la
videocámara que usa Taktarov (dicen que tuvo libertad para jugar con la
digital y que algunos de los planos que salieron de ese juego quedaron en
el film). El trabajo de sonido es excelente (no así la banda sonora, con
canciones demasiado sentimentales) y los actores están bien
dirigidos.
De Niro es un personaje, más que un
actor (como Pacino y Nicholson), y qué se puede decir de él, siempre
agrada y convence. Un par de escenas remiten a las más conocidas de Taxi
Driver; como aquella en la que De Niro gesticula y habla con el espejo
al practicar una proposición de casamiento. Edward Burns es actor,
escritor y director (Ella es), apadrinado por Robert Redford en sus
producciones; sus ojos tristes ayudan a crear a un personaje que no
necesita mucho más.
15 Minutos
es una película entretenida, que supera al típico policial yanqui al
satirizar el aspecto negativo de los medios con éxito (es un policial
satírico); si hubiera evitado las puerilidades señaladas al principio de
la nota, habría sido más interesante.
Adrián Fares
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