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RED SOCIAL
(The Social Network)

Estados Unidos, 2010


Dirigida por David Fincher, con Jesse Eisenberg, Andrew Garfield, Justin Timberlake, Armie Hammer, Bryan Barter, Josh Pence, Joseph Mazzello, Max Minghella.



La inflación no sólo afecta al bolsillo, también puede extenderse a zonas insospechadas. En este caso, la escasez de films relevantes en lo que va del 2010 puede ser una de las explicaciones del alto índice de calificaciones positivas que ha recibido Red social, la nueva película de David Fincher. Destructor de la saga Alien, provocador de El club de la pelea, quien logró convencer a muchos de su pasaje a director serio con la interminable Zodíaco para luego dejarlos sin respuestas ante el curioso bodrio de Benjamin Button, arremete ahora con la adaptación de “The Accidental Billionaires: The Founding of Facebook” para contar la historia de Mark Zuckerberg y su multimillonario emprendimiento online.

Amén de excesos varios, la mayor sorpresa que depara este largometraje de Fincher es su ascetismo visual, fácilmente atribuible a agotamiento creativo, como si el proyecto no le hubiese despertado otro interés que el de su performance en la taquilla. El director parece haber dedicado todo su esfuerzo a dotar a Red social de la velocidad de la banda ancha, y a la difícil tarea de aportar claridad a un guión por demás complicado. El autor del mismo es Aaron Sorkin, un supuesto referente de la “buena televisión” (“The West Wing”) que escribe para que se luzcan sus diálogos a cualquier precio, sin preocuparse por hacer más digeribles las idas y vueltas legales e informáticas sobre las que se apoya el relato. El cineasta, con ayuda de una buena banda sonora y de un Jesse Eisenberg en pleno crecimiento interpretativo como personaje principal, procuró superar dichos impedimentos narrando con la mayor simpleza y ligereza posibles, lo cual nos deja un film de puesta en escena casi automática, con muy poco para ofrecer en materia simbólica. Es tan obvia la maniobra que cuando el film se detiene a significar algo con mayor profundidad no ofrece más que una moraleja insultante en su obviedad y maniqueísmo: el inventor de la red de amigos más grande del planeta se queda, en el camino, sin amigos. Haber construido todo un film para esto (que además coincide casi exactamente con el slogan que lo promociona desde el poster) es un desperdicio de celuloide, por no hablar del costo de la entrada de cine. No es que no haya otras ideas en Red social: las hay sobre la generación de Internet, sobre el dinero, los negocios, etc.; alguna más interesante que otra, pero ninguna surge de la estética del film.

Red social no aburre, pero tampoco nos sumerge en un universo atrapante. Uno de sus principales problemas es la construcción arquetípica de los personajes secundarios, totalmente unidimensionales. Sean Parker, el creador de Napster, es puramente “una mala influencia”; Eduardo Saverin, socio de Zuckerberg, es su contracara; los hermanos Winklevoss (que lo acusan de robarles la idea) no son más que el polo opuesto a la inteligencia y capacidad emprendedora del protagonista. Con tan pobre compañía, tal vez hubiera sido mejor convertir a Zuckerberg en el centro excluyente, pero la elección más infortunada tratándose de una biopic –género de por sí desafiante– ha sido camuflarla bajo la forma de una película de juicio. Toda la narración gira alrededor de una mesa de abogados con querellantes (los hnos. Winklevoss, el ex socio Saverin) y querellado (Zuckerberg), narrándose mediante flashbacks la historia del surgimiento y éxito de Facebook. Así, el film se ve obligado a dividir el punto de vista del personaje principal, mientras que la capacidad de Eisenberg para dotar a su criatura de cierta complejidad se pierde en la distancia que se establece con los espectadores.

Red social pasa entonces sin pena ni gloria, casi haciendo extrañar los arbitrarios desbordes visuales de El club de la pelea, que por lo menos procuraba hacer algo nuevo con las herramientas de significación fílmica. El nuevo film de Fincher no parece siquiera un film de Fincher. Es entretenimiento veloz, fugaz e insustancial. Que toque las nubes del Top Ten crítico del 2010 hace a un diagnóstico oscuro de la actualidad del cine.

Ramiro Villani      


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