Podríamos definir a Revelaciones
como una película norteamericana de suspenso dirigida por el prestigioso
Robert Zemeckis (Forrest Gump) y estelarizada por Harrison Ford y Michelle
Pfeiffer. Pero lo propio es
arrancar nombrándola como lo que esencialmente es: un bodrio. También
es un film de suspenso, o pretende serlo, y eso es lo grave porque una
grosera malversación del género le sirve como coartada.
Vamos por partes. La primera ley no
escrita del suspenso recomienda dosificar la información. O más
exactamente: no dar demasiada información de golpe, pero tampoco tan
poca como para que el espectador se aburra o distraiga. Resulta que los
productores, el guionista y el director de Revelaciones sólo se
acordaron de la primera parte de la ley. Y durante mucho, pero mucho rato no
pasa naranja. Por cierto que Michelle Pfeiffer se asusta, casi desde
el vamos, con esa vecina sufrida a la que a poco de apagarse las luces ya no
vemos más en carne y hueso, y de la que Pfeiffer empieza a sospechar que ha
sido víctima de un crimen. Pero eso es todo. Sin contar que su marido (Harrison)
descree y que el público, que ya vio entre cuatro y doscientas (según la
edad) películas como esta, sabe que algo hay.
Pasan largos, valiosos minutos que el film no atina a rellenar de otra
manera que con los consabidos sustos: ruidos fuertes quebrando esos
silencios de "hilo de violín"; puertas que se abren solas; algún
espectro. A los veinte minutos ya queda claro que no hay ninguna base
sólida; que lo que hace el film Zemeckis es barajar trucos sobre la nada. A los cuarenta minutos Revelaciones
ya no aburre sino que da sueño: yo cabeceé cuatro veces, y eso que venía
bien dormido.
Pero todavía falta mucho para el final. Y se nos ofrece un menú variado,
devaluado e inconexo, en el que conviven alegremente (es un decir, ya que ni
siquiera da para la risa) aspirantes a fantasmas, fantasmas diplomados,
juegos de la copa (¡sí! Esos a los que jugábamos de púberes), el
profesionalismo de Harrison Ford y unas caras imposibles de la Pfeiffer (que
llega a jugarla de "adolescente pirucha"). Ah, Zemeckis no
"homenajea" una sino tres veces a Alfred Hitchcock: por La ventana indiscreta,
Vértigo y Psicosis. Al mago del suspenso deben estar doliéndole
las muelas. O los huesos.
Guillermo Ravaschino
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