Se puede no ser muy amante de las películas del "género" Eddie Murphy, pero
eso no impide que uno espere simplemente divertirse un rato... Se sabrá que
la fórmula del film es reiterada; que el personaje del actor negro, sus
muecas y sus chistes son casi siempre los mismos; que se trata de una mezcla
de comicidad y acción en la mayoría de los casos; pero aun así se espera
alguna cuota de novedad o sorpresa. No la depara Showtime. A esta
altura, creo que tampoco vale preguntarse por qué Robert De Niro –compañero
de aventuras en esta dupla despareja– sigue acumulando roles que le demandan
tan poco compromiso actoral. Es de suponer que el dinero todo lo puede.
Showtime vuelve sobre la idea de la pareja de policías con
personalidades contrapuestas. Uno es novato, extravertido, gracioso: Murphy.
El otro es experimentado, serio, malhumorado: De Niro. Y por supuesto, las
circunstancias harán que deban trabajar juntos para resolver algún caso sin
mayor importancia (para el espectador). Parecería ser que la trama es lo que
menos importa; sólo una excusa para propiciar el humor –bastante escaso esta
vez– de los protagonistas.
El "agregado" en Showtime es que las acciones se desarrollan en
vivo para un programa de televisión tipo "Reality Show de policías".
Lejos de las reflexiones psicológicas o sociológicas que proponían películas
dramáticas que trataron el tema de "la vida en directo" como The Truman
Show o Ed TV, Showtime quiere aportar una visión más
caricaturesca y burlona. Pero se queda a mitad de camino porque sus apuntes
son muy gruesos y no explotan esa posibilidad más que como el contexto en el
que se desenvuelven los personajes centrales.
El patrullero que interpreta Murphy quiere ser una celebridad a
toda costa porque se considera un actor nato y por ende no deja de querer
sorprender a sus supuestos telespectadores. El investigador que encarna De
Niro tiene que aprender a ser más expresivo y más "espectacular" ante las
cámaras ya que no le queda otra que aceptar su papel en el programa, porque
le ha disparado a un camarógrafo y ahora una productora de TV (Rene Russo)
lo chantajea obligándolo a ser parte del show. Justamente lo gracioso del
film debería surgir de las pavadas que realiza Murphy mientras la
seriedad inquebrantable no abandona a De Niro y, obviamente, de la unión de
estos dos hombres opuestos, pero eso sucede en contados momentos.
Tampoco llaman la atención ideas como la de que "la televisión es capaz
de cualquier cosa": desde hacer confesar a un criminal ante cámaras, hasta
lograr la amistad entre dos policías que parecían irreconciliables. En una
comedia policial de esta clase no podía faltar la acción: explosiones,
choques y persecuciones se suceden por doquier tanto para el Reality Show
como en la "vida real". Pero, como dije, nada de esto es novedoso y por lo
tanto no divierte.
Yvonne Yolis