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CINEISMORECOMIENDA

SHREK

Estados Unidos, 2001



Largometraje de animación dirigido por Andrew Adamson y Vicky Jenson.



En los últimos tiempos, la crítica local viene repartiendo elogios al cine infantil casi sin excepciones, poniendo especial énfasis en los largometrajes de animación. Los más desaforados han llegado a proponer a este nuevo "género" como el último bastión del buen cine americano, apoyándose en palabras mágicas como libertad y esperanza. Mi postura siempre ha sido más escéptica, cuestionadora: hasta el momento, y a excepción de Toy Story y Pequeños Guerreros, que ya tienen sus buenos años, ningún título me había llamado poderosamente la atención. Si me permito este prólogo es para ubicar al lector en el escaso entusiasmo con que enfrenté a Shrek, pero –debo reconocerlo– el resultado fue proporcionalmente inverso a las expectativas. Esta película es una divertidísima recuperación de la fábula infantil, aunque con la debida actualización ideológica.

El protagonista que da nombre al film es un ogro tan temido como solitario, que defiende su individualidad a rajatablas, principalmente en lo que a privacidad se refiere. Con carteles del tipo "Cuidado, ogro suelto" ha creado una efectiva barrera que lo mantiene a distancia de la sociedad. Y cuando un burro parlanchín intenta unírsele, el ogro demuestra su exaltación y rechazo con un reconocible discurso en defensa de la propiedad privada. Pero el burro no es el único que invade: súbitamente hará su aparición una muchedumbre de personajes suplicando alojamiento en su pantano. Ocurre que el villano de turno, Lord Farquaad, futuro rey del lugar, ha ordenado la expulsión de la comarca de todos los personajes de fantasía.

Los exiliados no son otros que los clásicos protagonistas de las fábulas más reconocidas: allí están Pinocho, los tres chanchitos, Blancanieves y los siete enanitos, La cenicienta, La bella durmiente, Peter Pan y muchos más.

A Shrek no le quedará otra que transformarse en representante de todos ellos y exigir a Farquaad la reconsideración de la medida, lo que, de paso, le permitiría volver a su antigua soledad. Pero Lord Farquaad necesita una princesa para desposarla y convertirse en rey, y como su preferida se encuentra en un castillo custodiada por un dragón, propone a Shrek el rescate de la bella prisionera a cambio del pedido del ogro.

Acá desembocamos en la vieja fórmula de los cuentos de hadas: el príncipe azul debe rescatar a la princesa del temible dragón que echa fuego por la boca. Pero Shrek representa todo lo opuesto a un príncipe azul –modales, aspecto físico, personalidad– y la princesa y el dragón ocultan notorias diferencias respecto de los viejos estereotipos. Característica a la que tampoco escapan los reaparecidos personajes clásicos, que proveen al film las más delirantes y sorprendentes situaciones.

El humor es el principal sostén de Shrek, y como para ilustrar su nivel, sólo diré que ni el insoportable doblaje chicano lo ha podido sepultar (a no alarmarse, que hay versiones subtituladas).

Algunas escenas son de antología, como la llegada de Shrek y el burro al reino de Lord Farquaad, una especie de complejo turístico con un castillo similar a un rascacielos urbano. O la princesa cantando en el bosque hasta agudizar suficientemente la tonada para hacer que un pájaro (que la acompañaba con su silbido) explote literalmente y poder así freir sus huevos para el desayuno.

Pero bueno, mejor no contar más nada, que esta película sí vale la costosa entrada.

Ramiro Villani     


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