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TERRITORIO COMANCHE

Argentina-España, 1997


Dirigida
por Gerardo Herrero, con Imanol Arias, Carmelo Gómez, Cecilia Dopazo, Gastón Pauls, Mirta Zecevic.



El quinto largometraje del español Gerardo Herrero tiene por telón de fondo al conflicto de los Balcanes. Territorio comanche transcurre entre los edificios en ruinas de Sarajevo, sobre las calles agrietadas por los morteros serbios y atestadas de francotiradores a los que casi nunca se ve y para los cuales cualquier ser humano, militar o civil, constituye un apetecible blanco móvil. El guión fue adaptado de la novela autobiográfica de Arturo Pérez Reverte, corresponsal de guerra de la Televisión Española por más de tres décadas, y narra su propia historia (en la piel de Mikel, interpretado por Imanol Arias) y la del equipo que lo acompaña. Mikel lleva demasiados años entre las balas. Deformación profesional mediante, casi no puede dormir si no está acunado por el tableteo de las ametralladoras. Su fiel ladero es José, un reportero gráfico magníficamente interpretado por Carmelo Gómez. Laura (Cecilia Dopazo) es aquella típica conductora en ascenso: bella, torpe, niña mimada del productor del noticiero de la noche, ha sido enviada a Sarajevo para ayudar a sus compañeros, aunque al principio no hace más que estorbarlos.

El acierto de Territorio comanche tiene que ver con la rigurosa sujeción a los escenarios naturales. La película fue íntegramente rodada en Sarajevo y Zagreb, cuya devastación –impecablemente encuadrada por Alfredo Mayo– confiere una inquietante cualidad de calvario al fondo del drama de los periodistas. Estos se alojan en un ruinoso Hollyday Inn junto a los corresponsales del resto del mundo, con lo que el crisol idiomático que suele contaminar a las coproducciones (esta es hispano-argentino-germano-francesa) encontró plena justificación dramática por una vez. No ocurre lo mismo con Laura. El tono castizo del personaje de Dopazo es demasiado pobre como para tomarse en serio su condición de figura central del noticiero madrileño y sus "'tú", "vale", "tío" evocan las forzadas impostaciones de las telenovelas argentinas for export. El conflicto de Laura fatiga las generales de un esquema muy gastado: el fragor de la batalla templando el carácter de la novata, que hará su propio viaje interior hasta conquistar el respeto de sus colegas. En esta veta se inscribe también Manuel, el fotógrafo argentino despelotado que anima Gastón Pauls con recursos semejantes a los que puso de manifiesto en "Montaña rusa", una teleserie por y para adolescentes. Y ya está un poco grandecito.

Imanol Arias y Carmelo Gómez, empero, se las arreglan para hacer de Territorio comanche un interesante retrato del oficio de los reporteros de guerra. El marco trágico de Ia ex Yugoslavia y la locura de una guerra poco menos que imposible de entender para los foráneos los ponen en su salsa: sus propias vidas les importan poco y parecen haber comprendido que la dignidad, en su profesión, pasa por mostrar la barbarie bélica al desnudo, en vez de usarla para editorializar moralejas mediocres (la criatura de Dopazo, por contraste, encuentra por este lado un resquicio funcional). Mikel y José no terminan de zanjar ciertos problemas de conciencia, como los que surgen cuando registran un reportaje en vivo con un pistolero serbio, masacre de transeúntes incluida, y distan de tomar a su oficio como un sacerdocio. La mayor ambición de José consiste en filmar un puente en plena voladura, tarea en la que arriesga una y otra vez su pellejo y que concretará poco antes del final, en dramáticas circunstancias.

Guillermo Ravaschino    

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