Lo correcto sería decir que Liz (Thora Birch) llega como venida de otro mundo tras haber desaparecido dieciocho días junto a tres compañeros. El testimonio de Liz y las partes que el director nos deja saber de éste son las únicas pistas que tiene el espectador quien, de esta forma, accede a una visión totalmente subjetiva de los hechos: no se sabe qué pasó con sus amigos, por qué quedaron encerrados, ni cómo ella logró escapar. Lo que sí se adivina es la tortura por la que han debido pasar cuando el miedo al reto de los padres por el faltazo se transformó en terror a la muerte por falta de agua y comida.

La trama comienza de una manera muy intensa y se va desarrollando a través del relato de Liz y, luego, de Martin (Daniel Brocklebank), un quinto compañero que los llevó hasta el escondite. Es aquí cuando la película entra en el viejo juego de quién es el culpable, respuesta que se adivina fácilmente, y la historia pierde fuerza. El gancho que atrapa hasta el final, entonces, es saber realmente qué pasó allá abajo.

Lo mejorcito es el trabajo de los jovenes actores. Thora Birch está correcta en su merecido primer protagónico tras el excelente papel que desarrolló en la ganadora del Oscar Belleza americana, como la hija de Kevin Spacey. Sus antecedentes como hija se remontan a Juego de Patriotas donde, vale mencionarlo como curiosidad, fue la pequeña primogénita de Harrison Ford. También es muy bueno el trabajo de Desmond Harrington, que hace al fachero del grupo. Harrington debutó hace un par de años en la Juana de arco de Luc Besson.