Ante el
estallido de la crisis política y social de fines de 2001, el documental
político atravesó en Argentina una etapa de ebullición, con la realización
de numerosos films de registro y denuncia de quellos días de fuego que vivía
el país. Este movimiento, que algunos llamaron videoactivismo, dio frutos de
calidad despareja: realizados con la imperiosidad de la urgencia, muchos
eran films de fuerte impronta televisiva, de interés informativo, con imagen
de alto impacto visual y emotivo, edición rápida y poco cuidado en el
aspecto específicamente cinematográfico.
El tren
blanco,
de los jóvenes Nahuel García, Sheila Pérez Giménez y Ramiro García, se aleja
de aquellas películas porque parece entender que además de registrar lo
real, un documental debe elaborarlo, atendiendo cuidadosamente la puesta en
escena y la edición final. El tren del título es el que cada tarde lleva al
centro de Buenos Aires a centenares de recolectores que rescatan de la
basura productos reciclables: cartón y papel, botellas, metales útiles. Una
estupenda fotografía nocturna acompaña a esos trabajadores, quienes con sus
herramientas han cambiado el paisaje de la ciudad, y entrevista a muchos de
ellos, antes de dejarlos nuevamente con sus “carretas” en el tren que los
llevará de regreso a sus barrios de los suburbios. Todos los entrevistados
coinciden en reivindicar la fuente de trabajo que ellos mismos gestaron,
como un medio de recuperar la dignidad perdida, poniendo en claro que están
en esa actividad porque han perdido un trabajo mejor, y que la alternativa
al cartoneo la constituyen el robo y la mendicidad.
Y sin
embargo, el film adolece de lagunas informativas muy importantes. La más
crucial: cómo un grupo social ha llegado a tal estado de pauperización.
Algunas imágenes de archivo pretenden contextualizar el fenómeno, con
cacerolazos, saqueos y la huida de De la Rúa de la presidencia, pero
resultan confusas para quien no conozca la realidad argentina. Por otra
parte: ¿de dónde parte el tren blanco? ¿Quién organiza el trabajo de los
cartoneros, las zonas de cobertura? ¿Quién (y por cuánto) les compra su
mercadería? Silencios por demás significativos, que una gacetilla de prensa
procura remediar. Quien vea El tren blanco en el extranjero –la
película se proyectó en el Festival de Berlín y pronto será vista en España–
quedará seguramente algo confundido, aunque con un cuadro pintoresco, de
color local, sobre las heridas de América Latina.
Josefina Sartora
|