El film de Neil LaBute es raro para bien, en el mejor sentido. Ostenta cualidades que muy
pocas veces se conjugan en el cine contemporáneo. Ofrece toques del cinismo que, por
caso, es el soporte permanente de Felicidad, la obra de Todd Solondz consagrada
en Sundance, pero no es una película cínica ni paga el precio de la gratuidad. Presenta
personajes con rasgos monstruosos, pero al mismo tiempo humanos, reconocibles, y jamás
los mete a todos en la misma bolsa. Es oscura, dura, cruel, pero no retorcida. Y se da el
lujo, personalidad mediante, de sostener 100 minutos de relato fílmico sin recurrir
o casi a la música incidental.
Tus amigos y vecinos es una
mirada descarnada sobre las relaciones amistosas y de pareja. Lejos de pretender
abarcarlas a todas, hace foco en media docena de exponentes de la clase media
norteamericana. Jerry (Ben Stiller) es un profesor de teatro que no para de hablar...
incluso en los momentos menos deseados. Al principio esto exaspera a Terry (Catherine
Keener), su pareja, que lo conmina a dejar de parlotear durante el coito o sufrir las
consecuencias de una cuarentena por tiempo indefinido. Más tarde será el público el
exasperado. Parlanchín como es, podrá notarse que Jerry jamás termina una frase, que lo
suyo es una pose dialoguista y que, en el fondo, no tiene absolutamente nada para
decir. Otra pareja, amiga de la anterior, es la que forman Barry (Aaron Eckhart) y Mary
(Amy Brenneman). En charla de hombres, Barry confiesa que no conoce mayor satisfacción
sexual que la que se prodiga con sus propias manos. Mary lo sufre. A poco de andar, y al
cabo de una de las cada vez más espaciadas cenas que reúnen al cuarteto, Jerry se tira
un lance con Mary. La chica acepta y quedan en verse...
Salvando la distancia argumental, que
no podría ser más grande, el film de LaBute se nutre de la misma asfixia que enfrentaba
Bill Harford (Tom Cruise) en Ojos bien cerrados. Como en la obra póstuma de
Kubrick, una quimera sórdida y esquiva se agazapa tras la idea de consumación sexual.
Una promesa de felicidad que no se cumple... acaso por la sencilla razón de que el coito,
como cualquier otra concreción singular, no alcanza para garantizar la plenitud
de nadie. Sutil, imperceptiblemente, Tus amigos y vecinos nos lleva al corazón
de uno de los grandes fetichismos contemporáneos. Y nos tiene allí durante largo rato.
Si bien la mayor parte de los cortocircuitos que están en el centro de la
historia se originan del lado masculino (que recibe de LaBute más y mejores palos que los
propinados por tanto "cine feminista"), densos y puntuales karmas
femeninos conformismo, confusión, resignación aparecen como condiciones
necesarias para que las desviaciones de estos hombres se materialicen. Así surge buena
parte de las chispas entre las parejas.
Hay otros personajes. Una irreconocible
Nastassia Kinski (confieso que no sé si es que se hizo cirugías o al revés: envejeció
naturalmente... ¡cosa que ya nadie hace!) tiene una primavera homosexual con una de las
antes citadas. Y Jason Patric encarna a un médico brutal, excesivamente indolente, que
tal vez le haya tocado en suerte por ser el productor.
Guillermo Ravaschino |