| El último confín lo constituyen las fosas comunes donde los esbirros al 
    mando del general Menéndez enterraban de manera clandestina los cadáveres de 
    sus víctimas, que devenían así desaparecidos durante la última dictadura 
    militar en la Argentina. Desaparecidos bajo toneladas de tierra, que a 
    partir de 1983 el Equipo Argentino de Antropología Forense comenzó a remover 
    en busca de difusas identidades. Y el EAAF convocó a Pablo Ratto para que 
    documentara la obra que realizan en el cementerio de San Vicente de la 
    ciudad de Córdoba, porque –vericuetos incomprensibles de la perversión- en 
    algunas ocasiones esas fosas eran cavadas en los cementerios.
 El film 
    se ocupa de registrar ese trabajo pero también de investigar qué ocurre con 
    los familiares que desde hace treinta años reclaman por sus desaparecidos y 
    que gracias a esta tarea científica han podido recuperar sus restos. Ratto 
    realizó su primer largometraje sin demagogia ni revanchismos, con un 
    profundo respeto por un tema que podría resultar macabro, cuidando tanto las 
    imágenes de esas tumbas como las entrevistas a los familiares. El film 
    articula ambos campos: la cámara baja a las fosas con los forenses, filma la 
    reconstrucción de los esqueletos, entrevista a antropólogos, arqueólogos, 
    filósofos, psicólogos y deudos, quienes han trabajado en equipo durante 
    estos últimos años. 
    Después de muy 
    claras explicaciones de la rigurosa labor que se está desarrollando, vemos 
    escenas muy emotivas que podrán despertar el pudor de más de un espectador, 
    cuando al final de una larga búsqueda la justicia restituye los restos de 
    esos cuerpos para que, por fin, puedan ser legalmente sepultados por sus 
    familiares. Parece mentira que, con semejante trabajo de investigación, de 
    los 120 cadáveres recuperados hasta el momento del rodaje sólo se hayan 
    podido identificar cuatro de ellos. Una madre, una hija, dos hermanos: todos 
    los vínculos familiares fueron cercenados. “Saber que está allí”, dice una 
    hija con alivio. Un muchacho, hombre ya, cuenta su historia, también narrada 
    en el film Nietos: bebé apropiado, en pocos meses recuperó su propia 
    identidad y pudo identificar los restos de su padre biológico. 
    Este documental 
    digno –si bien filmado dentro de las convenciones del documental 
    institucional– de sólo 60 minutos se vincula con Tierra de Avellaneda 
    de Daniele Incalcaterra, también sobre el tema de las fosas comunes. Ambos 
    se suman a tantos otros que se han atrevido a proponer maneras de 
    representar lo irrepresentable. Josefina Sartora      
    
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