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UNA
PAREJA CASI PERFECTA
(The Next Best Thing)
Estados Unidos, 2000 |
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Dirigida por John Schlesinger, con Madonna, Rupert Everett, Benjamin Brat,
Michael Vartan, Lynn Redgrave, Josef Sommer.
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La Ambición Rubia se ha transformado
tintura mediante en la Ambición Castaña, y sus bíceps entrenados ya casi
superan los de Bruce Willis. Pero lo cierto es que Madonna (morocha itálica de
nacimiento) no consigue los últimos años mejorar su puntería al elegir proyectos
cinematográficos. En verdad, para encontrar actuaciones aceptables de la esforzada
show-woman hay que remontarse a los tiempos de Buscando a Susan, Quién es
esa chica o Dick Tracy. En este estreno, la Madonna post-maternidad
demuestra que ha perdido cualidades que conformaban buena parte de su atractivo: frescura,
vitalidad, desparpajo. Se la ve bastante tiesa, demasiado compuesta y sin la menor
inspiración para el registro de la comedia. Eso sí, desde el guión los personajes
masculinos se encargan de enfatizar una y otra vez lo bella, divina, maravillosa que es.El
plot de Una pareja perfecta es un derivado pobre y anémico de comedias exitosas
recientes (El objeto de mi afecto, Mejor, imposible, La boda de mi
mejor amigo, etc.) que proponen a los gays como mejores amigos de las chicas
(después de los diamantes, acotaría la Marilyn Monroe de Los caballeros las
prefieren rubias). El planteo inicial no puede ser más obvio y esquemático: chica
pisando los cuarenta que se pelea con novio más joven nunca se sabrá claramente
por qué razones- y de inmediato se lo cuenta a su gran amigo Robert, el gay de marras
(papel que Rupert Everett se sabe al dedillo y que ya está empezando a hacer con cierto
desgano). Bueno, como era de esperar, Robert conforta a Abby, le hace unos mimos, toman
martinis, los mimos vuelven... hasta que terminan enredados en la cama. La chica cumple su
sueño de quedar embarazada y lo convence a él de vivir juntos durmiendo en cuartos
separados y de que haga de papá. Así de sencillo. La película, en lugar de
relatar mínimamente el proceso de crecimiento del bebé y el aprendizaje de Robert en un
rol que jamás soñó cumplir, pasa rápidamente por encima de esta etapa, lo que le resta
al relato la poca verosimilitud a la que podía aspirar. Lo mismo ocurre cuando Abby
inicia romance con el actual novio de Julia Roberts (el macizo Benjamin Pratt) y resuelve
apropiarse del crío para poder mudarse a Nueva York con su amado, dejando a Robert con el
corazón paternal hecho trizas. Pero no se preocupen ustedes, suponiendo que todavía
quieran ir a ver esta peli, porque como se trata de una comedia, la sangre no llega al
río Hudson.
Créase o no, este John Schlesinger es el mismo tipo que alguna vez dirigio Darling,
Perdidos en la noche y Sunday, Bloody Sunday
Es cierto que en este
caso partió de un guión pedestre firmado por Thomas Ropelewski, pero no hizo
absolutamente nada para remontarlo. Más bien, todo lo contrario. En medio de un elenco
desangelado y asténico, Lynn Redgrave brilla por su talento y dignidad de actriz capaz de
resistir aun en medio de la nada.
Moira Soto
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