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UNA PELICULA DE MIEDO
(Scary Movie)

Estados Unidos, 2000


Dirigida por Keenen Ivory Wayans
, con Marlon Wayans, Shawn Wayans, Dave Sheridan, Anna Faris, Jon Abrahams, Regina Hall.



Ya lo dijo José Hernández: los hermanos sean unidos (y etc., etc.). Lo que no se le ocurrió al autor del Martín Fierro es que la frase iba a ser tomada tan al pie de la letra por los involucrados en el gremio cinematográfico. Ya en 1895 los Lumière le hacían caso, patentando el aparato que inició toda esta historia (y los que dicen que otros fueron los primeros apuntan a otros dos hermanos: los berlineses Skladanowsky). Los años pasaron y las duplas de hermanos realizadores continuaron enriqueciendo (o no, según el caso) al cine: los Taviani, los Coen, los Juri (por los locales Suhair y Leonardo –también conocido como Favio–)... los Farrelly, los Wachowsky. Una película de miedo nos trae a los Wayans.

Estos tres hermanos (uno dirige, dos escriben y actúan) ya bastante conocidos en la televisión y el cine de Estados Unidos presentan una comedia que lleva la parodia al extremo. Su título ya devela uno de los géneros contra los cuales arremete: las películas de terror, y especialmente aquellas en las que las víctimas son adolescentes, como la saga Scream y Sé lo que hicieron el verano pasado. De estos films los Wayans maman la estructura. Y los defectos, claro.

La presentación de los personajes marca el inicio de la parodia. Los protagonistas de Una película de miedo cargan con los consabidos nombres tontos de los adolescentes de este tipo de películas, tales como Shorty, Cindy, Doofy o Bobby, mientras que se repiten los estereotipos del galán, la Reina de Belleza del colegio secundario, la virgen sobreprotegida, el drogadicto, la caradura y el tontolón. La burla se prolonga con la edad de los actores –en torno de los 30– que interpreten a estos "adolescentes" acosados por un misterioso asesino que los llama por teléfono y sabe qué hicieron el... Halloween pasado.

Lo interesante es que la parodia no se agota en el terror adolescente sino que se extiende a películas encasilladas en otros géneros y que fueron éxitos de taquilla en los últimos años, como el drama sobrenatural Sexto sentido, la de terror apócrifo El proyecto Blair Witch, la de ciencia ficción New Age The Matrix y el policial Los sospechosos de siempre. Lo divertido son algunos momentos cómicos muy logrados (como cuando el asesino se mete con un grupo de adolescentes endrogados). Lo problemático es que la gracia, que radica en el subrayado de los defectos o ridiculeces de todos esos títulos de fama, acaba por tornarse demasiado fácil, demasiado obvio.

El sentido del humor de los Wayans forma parte de una escuela del grotesco que lleva a los extremos de lo desagradable algunas situaciones, sobre todo aquellas relativas al sexo. Parecería que en el fondo, y a pesar de su innegable inteligencia, estos tres le hacen lugar al conservadurismo a la hora de tratar ciertos temas como la homosexualidad.

Una película de miedo no va a hacer historia, pero alcanza como para esperar con atención las próximas propuestas (que ya están en camino) de los Wayans. Es probable que una sorpresa aparezca en el cine de estos hermanos que también siguieron, sin saberlo, los consejos del Martín Fierro.

Eugenia Guevara