HOMEPAGE
ESTRENOS
VIDEOS
ARCHIVO
MOVIOLA
FORO
CARTELERA
PRENSA
ACERCA...
LINKS















UNA RELACION PARTICULAR
(Une Liaison Pornographique)

Francia-Bélgica, 1999


Dirigida por Frédéric Fontayne, con Nathalie Baye, Sergi López.



Esta es una película rara, interesante, inapresable por momentos, fascinante en otros. No del todo consistente, pero a la que vale la pena asomarse.

De eso se trata, ya que el director belga Frédéric Fontayne no invita a meterse de lleno sino a pispear en la relación que un hombre y una mujer de unos cuarenta años sostienen durante algunos meses. La historia, que reposa casi exclusivamente en estos dos personajes (Sergi López y Nathalie Baye), arranca con un aviso que publica ella solicitando compañero para realizar cierta misteriosa fantasía "pornográfica". El responde y se dan cita en un bar de París. Es el primero de una serie de encuentros que, con pocos cambios, se prolongan como un ritual: el pedirá un cognac, ella un café (o un té), cruzarán unas pocas palabras y dejarán el local rumbo a un hotel cercano, adonde consumarán esa fantasía a solas. Bien a solas: la cámara, y con ella el espectador, quedarán una y otra vez afuera del cuarto 118.

Una relación particular (Una relación pornográfica en el título original) descuella precisamente por eso: un punto de vista coherente y riguroso. Ella es "ella" y él es "él" porque parte del convenio implícito entre ambos supone que sus nombres, como sus trabajos y sus familias –es decir la historia de cada cual– quedarán completamente al margen de esas citas que los unen una vez por semana con puntualidad matemática. No sabemos más de ella que lo que sabe él (y viceversa) y quedamos tan afuera de la fantasía como los interlocutores invisibles (¿sus terapeutas?) ante quienes uno y otra reconstruyen las alternativas de una relación que –esto se sabe desde el vamos– ya forma parte del pasado. Esta mirada "filtrada" genera tensión, siembra expectativas, sugiere preguntas. Estas últimas, a su vez, se ahondan con las reconstrucciones verbales de los hechos, en las que ella y él nunca coinciden por completo, y en todos esos primeros planos (hay muchos, y en buena hora) que expresan tanto como lo que parecen esconder.

Llega un momento en que la relación se estanca. En palabras de él: "primero vi su belleza; después, su belleza y sus defectos; más tarde ya no percibí ninguna de esas cosas: había empezado a acostumbrarme". Film isomórfico si los hay (quiero decir que sus formas se parecen a su materia dramática), Una relación particular también se estanca en este punto. Como si los pocos datos, a esta altura, no fueran ya suficientes para infundir tensión. Como si nos faltasen demasiadas piezas.

Todo repunta con una pregunta de ella: "¿Y si lo hiciéramos normalmente, de verdad?" La propuesta reactualiza la vigencia de la fantasía sexual (a la que teníamos un poco olvidada) y plantea un desafío concreto: el de su superación. Pongámoslo así: ella propone conectarse un poquito más, meterse más el uno con el otro. El film no se queda atrás: nos mete a nosotros, por vez primera, en la habitación 118, para que presenciemos desde muy cerca ese primer coito "como la gente". Que no sólo está muy bien filmado, sino que no deja de ser original (algo ya casi imposible en términos de puesta en escena cinematográfica).

Lo que queda por delante quizá pueda adivinarse: los "beneficios", pero también los riesgos, de una relación estable en términos convencionales. Ese territorio en el que los afectos y las pulsiones, o la sexualidad y el amor, se codean, pero también se mezclan y –claro está– pueden llegar a anularse. ¿Será transitado por nuestros héroes?

Juraría que acá, justamente acá, Frédéric Fontayne se perdió la oportunidad de imprimir un nuevo, definitivo salto a la narración. Que en lugar de crecer, se afloja. O se dispersa, y esto tiene que ver con la subtrama de un viejito infartado de la que el film podría haber prescindido perfectamente. No está todo dicho, sin embargo: hay un final (o pre-final) vigoroso, que abre nuevas puertas y fortalece el impacto de la película.

Nathalie Baye está muy bien. A Sergi López se le hubiera agradecido una cuota extra de fuerza expresiva, que complementase esa suerte de sonrisa en ciernes, esbozada, casi permanente alla Delon. Respecto de Fontayne, es indudable que expuso el tema, los temas, aunque quizá hubiese convenido que utilizara menos palabras, y más imágenes, para desarrollarlos.

Guillermo Ravaschino