El mapache RJ
vive cerca de un bosque visitado por humanos. Ante la escasez de comida, no
tiene mejor idea que hurgar en la despensa de su vecino el oso, con tanta
mala suerte que éste despierta justo para ver cómo su carrito rojo repleto
de provisiones cae por un barranco.
Mientras tanto, no lejos de allí, un grupo de animales sale a la superficie
después del invierno y descubre que una gran parte de su hábitat ha sido
convertido en un barrio residencial. Su desesperación aumenta al constatar
que los bosques de moras y otras plantas donde solían conseguir el alimento
también han sido destruidos.
Es entonces que deciden aceptar la ayuda de RJ, quien necesita conseguir un
carrito completo de comida para devolverle al oso antes que éste lo
convierta en comida a él. La tortuga Verne, líder moral del grupo, sospecha
algo y por eso se opone a la intervención del mapache, que de todos modos
inicia a los demás en el maravilloso mundo de la comida que guardan los
humanos en sus despensas. El blanco favorito será la casa de la presidenta
de la asociación de propietarios...
Con secuencias desopilantes y personajes (como el de la ardilla hiperactiva)
que provocarán sinceras carcajadas, Vecinos invasores aporta la
ironía necesaria para que los grandes no se aburran en las películas para
chicos, aunque la consecuencia sea, precisamente, despojar a la historia de
toda inocencia. El ejemplo más claro de esta tendencia podría ser Shrek 2
–de la misma compañía productora–, cuyo argumento era una excusa para
multiplicar hasta la exasperación las referencias a la cultura pop.
Bien a tono con los tiempos que corren, aquí no falta la crítica a la
obsesión de los humanos por la comida: los alarmantes índices de obesidad
infantil en los Estados Unidos han provocado cambios también en el cine (no
es nada casual la desvinculación de Disney de la empresa que comercializaba
las “cajitas felices” con sus personajes).
Además, se muestran las consecuencias del descontrolado crecimiento urbano,
y se hace especial énfasis en el valor de la familia, pero también de
acuerdo con los tiempos: una familia “ensamblada”, compuesta por animales de
distintas especies, donde todos se respetan y se ayudan.
Al tratarse de un producto que –por todo y pese a todo– tiene como blanco a
los niños, resulta necesario advertir que la resolución no está a la altura
de las circunstancias: al ataque de la dueña de casa (que contrata a un
exterminador de animalitos con métodos “prohibidos en todos los Estados
menos en Texas”) los protagonistas deciden responder... con una violencia
brutal y equivalente.
Aclaración
final: la distribuidora en Argentina anunció que exhibiría copias
subtituladas (con voces de Bruce Willis, Steve Carrell, Thomas Haden Church
y Nick Nolte, entre otros), además de las dobladas al castellano. El
lenguaje de estas últimas es algo confuso, con algunos personajes con un
marcado acento mexicano y otros (los animales adolescentes) que disparan
argentinismos como “copado” o “tipo que”. Están avisados.
María Molteno
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