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LA VIDA Y TODO LO DEMAS
(Anything Else)

Estados Unidos, 2003


Dirigida por Woody Allen, con Jason Biggs, Christina Ricci, Stockard Channing, Danny DeVito, Jimmy Fallon, Woody Allen.



Como todos los años, Woody nos entrega una más de sus reflexiones cinematográficas sobre las dificultades del amor y las tribulaciones del artista. Una más de las variaciones sobre el mismo tema que atraviesa toda su obra (“escribo siempre el mismo poema”, decía Borges). Todo resulta muy familiar en La vida y todo lo demás: el protagonista (Jason Biggs) es un escritor de guiones para comediantes incapaz de enfrentar la vida por sí mismo (“no puedo dormir sin una mujer a mi lado”, confiesa Jerry); su pareja idealizada (Christina Ricci), joven aspirante a actriz, parece estar más interesada en hacer el amor con otros hombres (¿o está harta de su verborragia imparable?) y lo vuelve loco con sus contradicciones de mujer histérica.

En films anteriores, hemos visto la manera en que Woody se proyectaba en sus protagonistas, con distintos actores que oficiaban de alter egos del realizador, mientras él se limitaba a dirigir el guión de su propia vida: en Celebrity, Kenneth Branagh encarnaba al escritor inmerso en el mundo del espectáculo, e imitaba todos los gestos y la plástica corporal de Allen; en Disparos sobre Broadway, John Cusak volvía a reemplazar al director en la pantalla, en su interpretación de otro escritor del espectáculo. La gran novedad de esta nueva entrega reside en que se produce el desdoblamiento de ese personaje omnipresente: el muy joven Jerry escucha a un colega veterano que oficia como su mentor –encarnado por el propio Woody Allen–, algo loco y supuestamente sabio. Sus paseos por el Central Park acompañan largos diálogos plagados de consejos sobre el trabajo y las relaciones, que no son de mucha utilidad para ninguno de los dos. A tono con la época, el maestro expresa la paranoia norteamericana, y trata de convencer a Jerry de que por su condición de judío debe estar permanente armado.

Pero el tema del espejo –del doble, podríamos decir– no termina allí. La novia de Jerry lleva a su madre (Stockard Channing) a vivir en su exiguo departamento. Es una mujer algo desquiciada que desea dedicarse al canto, y funciona a manera de un espejo adelantado de su propia hija. Ambas expresan una preocupante imagen de la mujer.

Desde hace varios años, el cine de Woody Allen atraviesa una etapa de reciclado de su cine anterior, en la que tanto los temas como los diálogos y los chistes, o la magnífica imagen de Nueva York, suenan –lucen– como algo ya visto y oído demasiadas veces. El hombre torpe y de palabra ingeniosa, las variopintas dificultades que enfrenta con las mujeres, las bromas sobre el psicoanálisis hacen a un dejà vu constante, y aquí encontramos además ecos muy reconocibles de films anteriores como Annie Hall o Broadway Danny Rose, o... sigue la lista. De todas maneras, La vida y todo lo demás supera las últimas películas y, por supuesto, está maravillosamente filmada, con una luminosa y cálida fotografía de Darius Khondji, una estupenda banda de sonido con Billie Holiday, Cole Porter y otros grandes y el bonus de las actuaciones de Channing y Danny DeVito (como el agente de Jason), pero justamente todo esto nos mueve a preguntar: Anything else, Allen?

Josefina Sartora      

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