De ahí en más, las situaciones giran en torno del tema del engaño y la
mentira en el amor. Y de cómo éstos pueden dejan de ser defectos, para ser
motores de las fantasías que no puede generar la verdad.
La caricaturización de los personajes, lejos de hacerlos atractivos, los
ridiculiza. Los actores no están mal, pero la dirección no ayuda. A su vez,
pequeñas historias que se desarrollan dentro de la principal más que
complejidad ofrecen distracción, y la vuelven inconexa.
Observaciones implícitas sobre la realidad de México, como el cartel de
una zapatería con el lema "Viva Zapato", dan una mirada irónica sobre las
metamorfósis actuales de los mensajes revolucionarios, devenidos pasatistas
y comerciales. Se intenta hacer un cruce de la actual cultura mexicana con
las culturas milenarias (aztecas, mayas). Asunto que como los otros está
tratado por arriba, sin profundizar. Banalizado incluso.
El tema central podría haber dado como resultado un pasatiempo
entretenido, si se hubiera quedado en el género de la comedia romántica.
Pero la sensación final es que Vivir mata intenta abarcar demasiados
frentes y en todos ellos queda a mitad de camino, o directamente toma el
camino equivocado.
Cecilia Pérez Casco