Hace
algunos meses se estrenó en Buenos Aires la coproducción argentino-española
El alquimista impaciente, película que pretendía imitar a los
policiales de Hollywood pero lo único que lograba era acumular los peores
vicios del cine español. Ahora, y como para compensar esa decepción, llega
el film catalán Volverás, dirigido por Antonio Chavarrías, que se
aparta de buena parte de las convenciones del cine industrial ibérico.
La película
basada en la novela Un enano español se suicida en las Vegas cuenta
la historia de Ignacio (Unax Ugalde), un disciplinado joven a punto de
recibirse de arquitecto que vive con sus padres, tiene una beca para irse a
Los Angeles y una novia a la que ama. La historia se desencadena cuando
Ignacio reencuentra a su hermano mayor, Carlos (el excelente Tristán Ulloa),
quien desde pequeño ha sido el rebelde de la familia y ahora vive de
prestado, jugando naipes y agobiado por deudas de juego que varios matones
pretenden cobrar. Es que Ignacio no podrá evitar involucrarse en los
peligrosos asuntos de su hermano, con cuya novia Marta (la atractiva actriz
mexicana Elizabeth Cervantes) llegará a enredarse también.
Noche tras noche pasarán
juntos, pero Ignacio nunca terminará de conocer las verdaderas intenciones
de Carlos. O en otras palabras: lo que realmente piensa ese hombre que,
aunque luce derrotado, siempre parece guardar un as en la manga, disponible
para cualquier ocasión. De Carlos se puede deducir poco y nada; ni siquierea
si su amor por Marta –otro personaje magnético y misterioso, débil y fuerte
a la vez– es real o no. Todo esto confunde cada vez más a Ignacio, a quien
se le presentan dos modos de vida antagónicos: uno “bien encaminado” y
ordenado (el de siempre); otro arriesgado e imprevisible. Lo más dramático
es que no atina a decidirse por ninguna de las opciones.
El relato no se preocupa por
aclarar estos dilemas, quizá porque no es una película de enigma. Sólo
describe la confusa situación mediante una puesta en escena que saca partido
hábilmente de la cámara en mano y las voces fuera de campo, e incluso
prescinde del clásico plano-contraplano. Y que se las arregla para alcanzar
llamativos niveles de tensión en varios momentos.
Lamentablemente, sobre el
final Volverás parece querer ordenar y aclarar las cosas… cuando su
encanto radicaba precisamente en ese caótico estilo narrativo. Entonces deja
de ser el film que era para retomar cauces conocidos, viejas normas. Pero
este puntual desliz no estropea el resultado, y la película de Chavarrías
termina constituyéndose en otro magnífico ejemplo de las interesantes
posibilidades de la corriente catalana en el cine español.
Rodrigo Seijas
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