Me encanta, me encantó que David Lynch se
corriera del lugar habitual, que provocara que todos comentemos lo diferente que es su
última película, que nos dejara a todos esperando la aparición de una oreja cortada en
medio de esos bucólicos y plácidos campos de maíz. Esto no es más de los mismo, si
bien lo mismo podría haber sido bienvenido por buena parte de sus seguidores.
El título resume sus intenciones: Straight, el apellido del héroe, significa recto,
directo, franco, sin vueltas. Así que, aunque no rechazamos la traducción de la
distribuidora, ésta sería La historia de Straight, pero también La historia sin
vueltas, como el camino que Alvin decide emprender.
Efectismo: palabra tan relacionada con Lynch. Y sigue practicándolo: el viejo Alvin es
tan extraño al universo Lynch que conocíamos como la oreja cortada al mundo pequeño
burgués de asado en el jardín. Sin embargo, su epopeya geriátrica pertenece al mundo
del absurdo que ya le conocíamos.
Todo artista habla de sí mismo. El director, que estará en los 50, con un padre en los
finales, se dedica a los viejos, que responden a su personal estética: hirsutos, con
dentaduras imposibles, mal vestidos, seguramente malolientes después de días sin
bañarse, de vuelta de tantas cosas. Alvin ha visto todo, ya no quiere más, sólo reparar
lo que puede ser aún reparable: el vínculo con su hermano.
A esta road movie en tractorcito no le falta ninguna de las fases típicas del género. El
viaje del héroe se cumple paso a paso: su presentación (en este caso, en la fase final
de su vida), el llamado a la aventura, el retroceso inicial, el cruce del umbral, las
pruebas, su encuentro con aliados y enemigos, la confrontación con la muerte, la
purificación y la recompensa final, el Elixir de la hermandad reconciliada. Pero todos
estos momentos están minimizados, compuestos en tono menor, resaltando así la grandeza
de lo pequeño. El héroe es ya hombre sabio al partir, y si bien durante el viaje
conocerá más sobre sí mismo, vuelca su sabiduría sobre sus interlocutores.
La música de Angelo Badalamenti tiene un rol protagónico, como siempre en la obra de
Lynch, sugiriendo aquí el estado de latencia, de gestación, y una dulce melancolía. Y
Sissy Spacek, maravillosa como la hija boba. A pesar de que pretenda seguir siendo la
"puella" eterna, Lynch no se lo permite. Por fin vemos su edad, esa, la carne,
muestra que ha vivido.
Y bien, ¿acaso es este film tan diferente? Lynch ha presentado el reverso de su mundo
violento, agresivo, revulsivo. La vida también es así, nos dice. ¿Acaso la mujer que
monologa desesperada frente al venado muerto en la ruta no podría ser la hermana de
aquella que mostraba los sesos de su cabeza abierta en la banquina frente a la pareja de
Corazón salvaje? Alvin termina comiéndose el venado, y coloca su cornamenta como un
trofeo en su casilla rodante, o como un anuncio de muerte. También el gemelo que lleva un
raro objeto en el mentón pertenece al universo lyncheano. Y las emociones de Una historia
sencilla son tan intensas como las que provocaba Terciopelo azul, o El hombre elefante.
La oreja está en el maizal. Sólo que, esta vez, Lynch decidió no filmarla.
Josefina (Argentina) |
Aquella Carretera perdida, tal vez
la misma que tomara Nicholas Cage en Corazón salvaje, parece rebelársele
a Lynch y no querer por fin llegar a ninguna parte y construir asi este
Road Movie. El esqueleto de este tipo de películas que es la ruta, es lo
único sencillo en esta historia, aburrida seguramente para los
espectadores que ancían ver el final de una película y luego contarla en
un café: un viejo en podadora derecho por una ruta hasta que llega a
visitar a su hermano que esta por morir. Un viejo viajando cientos de kilómetros
en una máquina de cortar el pasto es tan absurdo como un hombre manejando
una camioneta buscando alguien que lo ayude a morir. En El sabor de la
cereza (otro road movie)también la posibilidad de la muerte está en el
punto de llegada del recorrido. La muerte es la que mueve. La que ambienta
también el film con silencios, espacio abierto, horizonte y reflexión.
El final de la película permite al viejo reencontrarse con su hermano
moribundo Lyle (Harry Dean Stanton)y homenagear así a Wenders, su
"Paris, Texas" y todos los Road Movies, estilo que transita
permanentemente por el cine como si estuviese protagonizando un
interminable Road Movie de los Road Movies.
Juan Carlos Bodega Sarrón (Buenos Aires, Argentina. Edad: 24)
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