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8º Bafici (2006)


Sección: En Foco


Mi gringa, retrato inconcluso (Uruguay, 2001. Dirigida por Aldo Garay). Aldo Garay cuenta en esta especie de escaleta en imágenes el tercer montaje del proyecto (aún inacabado) que él mismo está gestando. Julia, transexual, y Nacho, su pareja, un alcohólico en recuperación profundamente religioso, revisitan su vida pasada y su presente como cualquier matrimonio común y corriente. Claro que ni tan común ni tan corriente. Personas-personajes que sin filtro alguno se plantan frente a la cámara para decir sin tapujos lo que piensan. Así como asombran las posiciones de género expuestas con una claridad que prejuiciosamente nadie esperaría oír teniendo en cuenta su clase social o su educación, la sinceridad de las relaciones y lo sentimientos que viven provocan una ternura infinita. Homosexualidad, travestismo, religión, marginalidad, deseo, sexo son los temas que abundan sin menoscabo de ningún detalle. Complicada elección moral para su puesta en escena final, que siempre bordea el complicado límite entre la burla, la risa y la mera exposición. Javier Luzi

Lunacy (República Checa-Eslovaquia, 2005. Dirigida por Jan Svankmajer). Se podía sospechar, a partir de sus cortos animados, que las ideas de Jan Svankmajer eran un tanto... estiradas. Aquí se confirma plenamente, con una puesta en escena limitadísima y conceptos que atrasan unos treinta años. Un bodoque absoluto, que pretende mezclar a dos autores brillantes como el Marqués de Sade y Edgar Allan Poe, en una historia supuestamente perversa y seductora, pero que no pasa de los fuegos artificiales, sin sustancia alguna. Rodrigo Seijas

Fantomes (Francia, 2001. Dirigida por Jean-Paul Civeyrac). Había que desconfiar de Jean-Paul Civeyrac. Ya había demostrado lo creído que era con A Travers La Foret (reseñada en las páginas de este sitio dedicadas al XXI Festival de Mar del Plata). Ahora lo confirma, continuando con su línea de estupidez disfrazada de trascendencia. Más que agobiar, ya pudre con todos esos personajes que no cesan de decir frases “importantes”, hablándoles –encima– a fantasmas muy aburridos. Para espectros, prefiero a Shyamalan. Rodrigo Seijas

Umbracle (España, 1970. Dirigida por Pere Portabella). El director de esta película es el productor de Viridiana y principal responsable de que la obra maestra de Buñuel se conociera en todo el mundo. Eso debería valerle nuestra gratitud eterna, pero el hecho es que también ha dirigido películas, y estas son rabiosamente originales. La que nos ocupa consta de una serie de segmentos que se suceden sin solución de continuidad e incluyen el deambular del mítico Christopher Lee entre museos y secuencias de una Barcelona alucinada, extensas y variadas opiniones de la época sobre censura cinematográfica y legislación cultural, un número cómico protagonizado por un par de payasos, y como veinte minutos de una película cuya exaltada celebración católica y franquista cambia de signo dentro de este atípico contexto. Un aire de distinción y riesgo la recorren de principio a fin. Lee improvisando frente a cámara y recitando “El cuervo” de Poe son la frutilla del postre. Marcos Vieytes

Agostino D’Ippona (Italia, 1972. Dirigida por Roberto Rossellini). A partir de la figura de San Agustín, Rossellini toca con atrevimiento temas como la verdad y la virtud, sin dejar de lado las responsabilidades que rondan el ejercicio del poder, algo que ya había abordado en su obra maestra La toma del poder por Luis XIV. Es verdad que por momentos el film se torna excesivamente discursivo y redundante, pero aun así su modernidad es innegable. Una película a futuro. Rodrigo Seijas

Il Messia (Italia-Francia, 1975. Dirigida por Roberto Rossellini). Resultado de su incursión en el mundo televisivo, Rossellini entrega una película sobre Jesús que nada tiene que ver con los telefilms que inundan las pantallas durante las Pascuas. Con un gran manejo de la cámara (primeros planos, zoom, travellings) y un montaje agilísimo que todavía luce moderno, un reparto que sacia las expectativas y una urdimbre narrativa que deja de lado cualquier alusión a los milagros (haciendo foco sobre el lado humano del Hijo de Dios 15 años antes que Saramago en su novela “El evangelio según Jesucristo”), el director italiano contextúa y politiza al personaje histórico sin dejar de emocionar. Evitando cualquier golpe bajo y, al mismo tiempo, aprovechando los recursos que el neorrealismo supo ofrendar al cine: utilización de escenarios naturales, personas corrientes (rostros únicos) para una reconstrucción de época que resulta de una verosimilitud escandalosa. Javier Luzi

La toma del poder por Luis XIV (Francia,1966. Dirigida por Roberto Rossellini). Mucho se ha dicho sobre esta utopía pedagógica de Rossellini, pero la imposibilidad de acceder a sus películas hace casi imposible opinar sobre ellas. Esta oportunidad nos permite encontrarnos con una obra de encuadres perfectos, deudora del más exquisito sentido pictórico a la vez que de la más notable modernidad cinematográfica, y de una lucidez tan abrumadora como sencilla. De la representación surge la realidad y Rossellini ilumina el proceso mediante el cual un gobernante forja su imagen merced a decisiones políticas firmes, pero también gracias a una prodigiosa conciencia de la importancia que tiene el armado de la figura pública. Con una cámara que no se mueve más de lo necesario, algún travelling en retroceso notable por lo revelador y económico, más la perfecta composición dentro del cuadro, Rossellini plasma una obra maestra del telefilm. Marcos Vieytes

Sócrates (España-Italia-Francia, 1970. Dirigida por Roberto Rossellini). Está un par de escalones por debajo de La toma del poder..., pero también es bastante más divertida. Cada aparición de Jantipa, la esposa del filósofo del título, no sólo introduce el humor directo en el plano sino que ilumina la dimensión cotidiana y civil de su pensamiento, quizás el más importante de sus legados. El método de Rossellini consiste en eludir lo “extraordinario” poniendo en escena muchos de los rituales cotidianos de la época. Así, juntarse a comer entre amigos, vender y comprar en una feria, saludarse y otros hábitos van configurando el paisaje y el tempo propio de una época, un lugar y sus habitantes. De ese modo evita concederle excesivamente la palabra a su protagonista, y transmite su verdad por intermedio de las decisiones y actitudes morales ejecutadas por aquel. Marcos Vieytes

Few Of Us (Francia-Lituania, 1996. Dirigida por Sharunas Bartas). Algunos opinaron que este es el mejor film de Sharunas Bartas. Otros, que es una porquería. Ni una cosa ni la otra. Con esta historia de una mujer que llega a un pueblo en medio de una montaña para ser deseada por todos los hombres de allí, Bartas apuesta fuerte. Manipula por momentos a los personajes y se (nos) mete en situaciones éticamente cuestionables. Con todo, muchas de sus virtudes, relativas a una concepción del cine a partir del poder de la puesta en escena que genera un fuerte lazo hipnótico con el espectador, perviven intactas, demostrando que hay pocos cineastas como éste en este mundo. Rodrigo Seijas

Freedom (Francia-Lituania-Portugal, 2000. Dirigida por Sharunas Bartas). Planos generales; ausencia de velocidad siglo XXI. Bartas se toma todo el tiempo para filmar casi sin palabras la historia de unos traficantes que se pierden en un desierto. Espacios vacíos, seres solitarios y parcos. Incomunicación. Desesperanza. El territorio hostil devuelve pura desolación. Construida con una imaginería visual de una belleza poética y plástica hipnótica, subyugante. Cine que utiliza lo audiovisual como ensayo filosófico sobre ciertos valores de la humanidad que parece ironizar desde su mismo título. ¿De qué libertad hablamos? Las moscas que se posan sobre los cuerpos en una escena im-pre-sio-nan-te hablan de la insensibilidad adquirida para sobrevivir, de nuestras laceraciones. Javier Luzi

Seven Invisible Men (Francia-Lituania, 2005. Dirigida por Sharunas Bartas). En el cine de Bartas, todas las tragedias son anunciadas. Lo terminal y mórbido es algo inherente a su filmografía. Aquí, un grupo de hombres huye hasta una casa donde la autodestrucción es lenta, pero inevitable. Los cuerpos no se encuentran, no se juntan, sino que chocan y se agreden mutuamente. Para el director lituano, la humanidad es una especie condenada a la extinción, y el virus destinado a anquilarla es ella misma. Todo un optimista del género humano. Rodrigo Seijas

A Fine Day (Alemania, 2000. Dirigida por Thomas Arslan). Deniz es descendiente de turcos y vive en Alemania. Es actriz y está haciendo el doblaje de Un cuento de verano. La película trata de ese día en su vida en que rompe su relación con su novio (celoso, posesivo, pasivo) y conoce a un muchacho que es un vecino y podría ser algo más. Largas caminatas, diálogos sobre el amor y las relaciones, la causalidad y el azar, los cruces de miradas que devienen oportunidades imperdibles, la toma de riesgos y las derrotas, las ilusiones y la madurez. La vida como si la hubiera filmado un Rohmer trasladado a Berlín. Fluidez narrativa producto de un guión y una puesta en escena precisos y naturales. Encantadora y romántica. De extrema profundidad a partir de una suma sencillez. Brillantes actuaciones y una construcción de personajes que derrocha verosimilitud. Una joya del Bafici dentro de la retrospectiva de Thomas Arslan. Javier Luzi


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