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LOS ABRAZOS ROTOS

España, 2009


Dirigida por Pedro Almodóvar, con Penélope Cruz, Lluís Homar, Blanca Portillo, José Luis Gómez, Tamar Novas, Rubén Ochandiano, Marta Aledo, Enrique Aparicio, Sabine Daigeler, Javier Coll.



La nueva película de Pedro Almodóvar, hija bastarda de La mala educación y producto de un affaire con Mujeres al borde de un ataque de nervios, es un extraño híbrido que procura mezclar melodrama con comedia y termina sin ser ninguno de los dos.

Almodóvar se ha consagrado como un hábil narrador que por momentos consigue acercarse a sus maestros del cine clásico, o al menos rendirles unos homenajes a la altura de las circunstancias. Aquí, como en La mala educación, vuelve a poner en escena una historia que acontece en una combinación del presente y el pasado. Mateo Blanco, guionista y director de cine, ha quedado ciego y limitado a seguir escribiendo guiones sin dirigirlos. Con la asistencia de Judit, su productora, y Diego, el hijo de ella, lleva adelante esta carrera bajo el mote de Harry Caine, seudónimo con el que tras el accidente reemplaza a su nombre real. Cuando Diego sufra también un accidente y una mala mezcla lo obligue a descansar durante dos semanas, le pedirá a Harry que le cuente que le pasó cuando era Mateo, algo de lo que ni su madre ni él le han hablado nunca. Esto dará lugar al flashback que relata la filmación de la última película de Mateo Blanco, Chicas y Maletas, que no es otra que Mujeres al borde de un ataque de nervios, apenas disfrazada y protagonizada por Lena (Penélope Cruz), la hermosa mujer de un empresario podereso y obsesivo.

Almodóvar cruza ambos tiempos del relato con destreza, y dosifica sin apuros la información que llevará a los personajes por el camino del melodrama. El humor asoma de a ratos, pero con la suficiente cautela como para no quebrar el clima de tensión, secretos y sospechas que la puesta en escena construye paso a paso. La cinefilia sobrevuela todo el metraje, como de costumbre, y Penélope Cruz logra transmitir en su personaje la fuerza de la pasión y el peso del destino.

Todo funciona como un engranaje de relojería hasta el último acto de Los abrazos rotos. Pero cuando el espectador ha llegado a identificar los conflictos de cada personaje, cuando está preparado para recibir el golpe drámatico que desenlace la tragedia, la respuesta del film será desconcertante. El guión de Almodóvar optará por la sequedad, la desdramatización, la explicitación verbal; los agujeros de guión, los personajes abandonados y la comedia. Casi como si a la película le hubiera sido arrancado el final en la sala de montaje.

Quedan varios cabos sueltos. ¿Por qué el ciego Harry Caine observa por la mirilla cuando le tocan el timbre? ¿Por qué Judit tiene manchas en la cara? ¿Quién rompe las fotografías? ¿Qué ocurre con los deseos de venganza de Ray X? Y resoluciones apuradas (la increíble tranquilidad con que Harry y Diego reciben las anécdotas de Judit). Todos los conflictos dramáticos (incluyendo el accidente) son meticulosamente enfriados, anestesiados por las decisiones narrativas del realizador.

“Las películas hay que terminarlas”, nos dice Almodóvar a través de su guión, y uno sospecha que se trata de una mala broma, porque el final de Los abrazos rotos se nos ha escatimado por completo.

Ramiro Villani      

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