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FICCION
(Ficció)

España, 2006



Dirigida por Cesc Gay, con Eduard Fernández, Javier Cámara, Montse Germán, Carme Pla, Agata Roca.



¿Quién dijo que sin originalidad no hay camino posible? A ver, Ficción tiene como eje de su historia a un director de cine con un bloqueo creativo (Eduard Fernández), quien emprende un viaje que será a todas luces movilizador y cuyo destino es el campo, que es mostrado como refugio introspectivo contra el asedio urbano. Que de todo esto salga una gran película, romántica, angustiante y honesta vuelve a demostrar que no importan tanto los elementos como la forma en que se los combine. Y tanto el director Cesc Gay como su elenco lo hacen a la perfección.

Ficción es, más que una película sobre el amor, una sobre la negación a vivir el amor; sobre la imposibilidad de Alex (el mencionado Fernández) y Mónica (Montse Germán) de manifestar algo por el otro. Y eso se debe a las responsabilidades que pesan como una cruz sobre las espaldas de cada uno. Esas responsabilidades son esposa y esposo, hijos, familia. Ellos son treintañeros, gente que ingresa a un estadio de la vida en el que la adolescencia es un recuerdo y la vejez, un puerto a la vista. Ambos se conocen durante un fin de semana en el que comparten una cabaña en las montañas con Judith (Carmen Pla) y Santi (el enorme Javier Cámara). Primero habrá una mínima curiosidad por el otro, que luego se irá transformando en necesidad y represión. O en una represión necesaria.

Porque lo que en otra película daría pie a toda clase de ostentaciones moralistas, aquí habilita la más pura y dura honestidad. No hay maniqueísmo ni búsqueda de emociones ficticias. La ficción de la que hace alarde el título tiene que ver con una forma de vivir determinadas situaciones, cuyo peso real es tal que sólo son aceptables en un territorio de pura fantasía. Y ese territorio fantástico que explora Gay es el de las mentes de Alex y Mónica, donde queda atrapada una historia como ya no habrá otra igual.

Ahora, ¿cómo aprehender cinematográficamente un amor que se huele pero no se ve? Que se nota en la inercia de los cuerpos y la mirada, pero nunca emerge de manera física. Y ahí está la notable destreza del autor de En la ciudad para trabajarlo artesanalmente. Hay rastros que hacen a la ornamentalidad del amor: objetos (uno de esos adornos de cristal con una casita adentro), canciones (excelente banda sonora con temas de Nick Cave), lugares (un bar y un piano que parecen salidos de la más pura irrealidad) que van construyendo todo un ideario de historia romántica pero, en este caso, con “sustracción de amor”.

Desde lo formal, Gay borda a sus personajes a partir de un uso magistral del encuadre. Al principio, sus planos serán generales, contrastando a Alex y Mónica con el paisaje, dotando a su aventura de un sentido épico con aliento de western crepuscular. Y a medida que la atracción se hace mayúscula, los irá encerrando en planos muy cortos, en los que generalmente ellos no cruzan sus miradas, tensionando la información que llega al espectador. Los tiempos son reposados, similares a los de cierto cine asiático, con puntos de contacto con el Wong Kar-wai de Con ánimo de amar: el “contenido Alex y Mónica” se afirma en la forma del film.

Tal vez Ficción, como la historia de sus personajes, encierra un fracaso: el de haber eludido todo esteticismo posible (lo que muchas veces hace interesante a los directores orientales) para montar una obra a destiempo, que no responde ni al cinismo cretino ni a la distancia irónica del presente. Ficción no se las da de obra refinada (como decíamos al principio, hace uso de elementos bastante trillados) y se engalana como una película netamente popular. Aunque popular para un espectador de otra época, se diría. Claro, detrás de ese fracaso, se esconden las decisiones: la de hacer una película así, la de renunciar al amor.

Gay filmó con precisión la historia de unos personajes que no razonan en presente sino que, más bien, se sienten acorralados por los tiempos que se viven. Lo que vemos en pantalla es la dulzura de la gente que se ama (en el sentido de la sexualidad, pero también de la amistad: ver la hermosa relación de Alex y Santi), sumergida en un territorio fantástico que los protege del frío urbano al que deben retornar. Ficción no deja de ser, a pesar de su superficie amable, un film riesgoso. Porque en definitiva, ¿a cuántos puede interesar una película de amor cuyos protagonistas no tienen las hormonas en ebullición de la adolescencia y que tampoco ejerce una oda políticamente correcta a la vejez (como Elsa y Fred)? A veces amor y responsabilidad no parecen ir de la mano. Cesc Gay lo demuestra, angustiosamente, en una película sincera y hermosa.

Mauricio Faliero      

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