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INTIMIDAD
(Intimacy)

Francia-España, 2000


Dirigida por Patrice Chéreau, con Mark Rylance, Kerry Fox, Timothy Spall, Susannah Harker, Alastair Galbraith, Philippe Calvario.



En primer lugar, un aviso a navegantes: aquellos que hayan disfrutado con la lectura de la novela "Intimidad", de Hanif Kureishi, no deben dejarse llevar a engaños. Intimidad no es una adaptación de dicho texto aunque en los créditos figure la novela corta de Kureishi como fuente directa de adaptación. Intimidad es una variación sobre una pequeñísima parte de esta obra pero, sin embargo, logra mantenerse indiscutiblemente fiel al espíritu de la novela, reflejo claro de la indudable personalidad de Kureishi como escritor, ya fuere de novelas como de guiones (suyos son los libretos de las celebradas películas de Stephen Frears Ropa limpia, negocios sucios y Sammy y Rosie van a la cama).

En lo concerniente a la película, galardonada con el premio mayor en la Berlinale de 2001, la confluencia del contenido de hasta tres textos de Kureishi en el guión perjudica seriamente la sensación de solidez que requiere un film teñido de crudeza –impresión tan escrupulosamente conseguida por la frenética cámara de Chéreau y la fotografía realista de Eric Gautier– como este, en el que dos personas que no se conocen (sí, como en Ultimo tango en París) se encuentran, una vez por semana, en el desvencijado apartamento de él para practicar sexo. Sólo para eso.

El envoltorio, guste más o menos, resulta intachable como método para retratar a dos personas desorientadas en sus respectivas vidas, más conocedoras de aquello que no desean ser que de lo que esperan del futuro. La cámara al hombro, los planos cerrados en los que predomina una luz sucia y abrasiva (la del cielo blanco de un suburbio londinense), las apesadumbradas canciones de Tindersticks o la marca de una colcha en la espalda de una mujer desnuda que se levanta... El trabajo de puesta en escena arroja un resultado muy desasosegante, y la estética queda convenientemente subordinada a la labor de Chéreau, un director que prosigue la identidad visual de su anterior film Los que me aman tomarán el tren y que, a diferencia de nombres mucho más reputados (léase Baz Luhrmann), tiene la honestidad de ser fiel a sí mismo y a su idea del cine.

Por otra parte, el trabajo de los actores protagónicos, Kerry Fox y Mark Rylance, es excelente. El esfuerzo que les suponía un guión tan áspero como el de esta película –más allá de las secuencias de sexo explícito– fue demandado por un director acostumbrado a tratar (y respetar) a personajes atormentados, y fue recompensado con otro Oso del Festival de Berlín para Fox y la sensación de que los límites físicos no existen para estos intérpretes.

Crónica de una soledad sentimental a la que el hemisferio urbano occidental se ha acostumbrado con aterradora impavidez, Intimidad sabe presentar su respuesta a unos interrogantes sociales de importancia capital, si bien sus propuestas quedan enmarañadas en un guión farragoso e incomprensiblemente arbitrario en algunos de sus contenidos y personajes (el propio Chéreau admitió que escribió el papel de la también cantante Marianne Faithfull sólo por su amistad con ella), que no aportan absolutamente nada a la historia (un defecto que queda más al descubierto que nunca cuando se trata de una película con pocos personajes) y que provocan que su duración se dispare hasta unas dos horas que, en algunos momentos, pesan más que el exceso de explicaciones sexuales destinadas a los mojigatos.

Rubén Corral     

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