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LA MOMIA REGRESA
(The Mummy Returns)

Estados Unidos, 2001


Dirigida por Stephen Sommers, con Brendan Fraser, Rachel Weisz, John Hannah, Arnold Vosloo, Oded Fehr, Freddie Boath.



La momia que dirigió Stephen Sommers en 1999 fue una gratísima sorpresa: una película inteligente, que funcionaba a las mil maravillas como relato terrorífico, apoyada en un guión que sacaba partido de la psicología del espectador como muy pocas superproducciones. Un film de aventuras también, que combinaba ambas vertientes genéricas con la suficiente sabiduría como para que ninguna de ellas obturase a la otra. No todas eran rosas, sin embargo. Ahí estaba Brendan Fraser con sus mejores peores caras de monigote nutriendo el costado aniñado, desechable, del producto.
La momia regresa llega dos años después con algunas caras conocidas. Stephen Sommers vuelve a estar detrás de cámara. Fraser y Rachel Weisz vuelven a ser los alegres profanadores de tumbas y pirámides, ahora con un hijo a cuestas, resultado del amor que floreció en el film anterior.

Ya sobre el comienzo, cuando se nos ubica en Tebas durante el año 3067 de la era precristiana, empiezan a notarse las diferencias. Los efectos especiales, que habían sido espectaculares en el film del '99, ya no están subordinados a la trama, sino que ganan la pantalla con alarmante autonomía. Esto recién empieza (y es muy largo, 130 minutos). Antes de finalizar, los efectos habrán dejado de ser autónomos para tornarse abusivos, francamente intolerables, y no sólo por su profusión sino por sus agujeros: el rey Escorpión, sin ir más lejos, es un muñeco de videogame animado con torpeza.

Pero vamos, si ninguna película merece recordarse sólo por los efectos especiales, ninguna debería ser condenada apenas por dicha causa. Lo que importa, sí, es que no hay uno solo de los nobles rasgos de La momia que perviva en su secuela. La inteligencia del guión, la psicología profunda, los buenos chistes (que además eran sutiles) se han ido para no volver.

La anécdota pendula entre la Antigüedad y 1933, entre Egipto y Londres, y no ofrece una momia sino varias, amén de un puñado de dioses y muchos ingredientes de mitología barata. Los malos quieren despertar a un monstruo; los buenos, dormirlos a todos para siempre. La cantidad de acertijos por develar, jeroglíficos por descifrar, frases y conjuros por pronunciar es directamente proporcional a lo pavote de la trama, que los acumula sin ton ni son. Y si del terror mejor no hablar, poco queda de las aventuras: con o sin armas estrambóticas en mano, los héroes resultan tan invulnerables en las batallas (y tan seguros en sus pronósticos), que no hay peligros ni amenazas ciertas que uno pueda palpitar.

Espero haber dejado en claro que La momia regresa no es apta para adultos. También deberían esquivarla todos los chicos que hayan dejado atrás la escuela primaria con dos o tres buenas películas en su memoria.

Guillermo Ravaschino     

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