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QUEMESE DESPUES DE LEERSE
(Burn After Reading)

Estados Unidos-Inglaterra-Francia, 2008


Dirigida por Ethan Coen y Joel Coen, con George Clooney, Frances Mcdormand, Brad Pitt, Tilda Swinton, John Malkovich, Richard Jenkins.



1. Ante el supuesto progresismo de los hermanos Coen, adalides de la independencia ahora coronados definitivamente por el establishment cinematográfico mundial desde la última entrega de los premios Oscar, se vuelve imprescindible parecer conservador, reaccionario, incluso fundamentalista, y sentenciar a esta última película suya no a la hoguera por muy inquisidores que seamos, sino al Tártaro, ese ámbito de castigo descrito bíblicamente como solitario, eterno, oscuro y helado.

2. Quémese después de leerse es una comedia que remite al subgénero de espías sobre dos empleados de un gimnasio que creen encontrar un CD con información gubernamental secreta, una mujer obsesionada por hacerse cirugías plásticas, un funcionario de alto nivel desempleado, bebedor y engañado por su mujer, otro de poca monta que engaña a la suya y hace lo que sea para no envejecer, etc., etc., etc. Sólo que a los Coen no les interesa la comedia ni tampoco el cine de espías tanto como para homenajear o reelaborar una u otra matriz, sino lo suficiente como para captar el interés del público. Una vez conseguido esto, se dedicarán a maltratarlo tanto como a sus personajes sin aportar nada significativo ni provechoso en lo que a intensidad emocional o lenguaje cinematográfico respecta.

3. Cuando se dice que el cine clásico era bigger than life no sólo se dice que Hollywood se caracterizó por el costo desproporcionado de sus producciones, sino también y sobre todo por un cine cuyo artificio era emocionalmente poderoso y producía sentido dramático. Mucha agua ha pasado debajo del puente desde entonces, Hollywood ya no es lo que era ni tampoco el mundo en que vivimos, pero desde entonces y en los lugares más diversos del planeta sigue habiendo cineastas de todo tipo y factor que hacen un cine generoso, lo que no quiere decir que sea necesariamente popular sino arriesgado, expuesto, comunicativo. Los Coen no. El suyo es un cine cómodo consigo mismo, serial como el de Woody Allen pese a pretenderse de autor, feo no sólo debido a que el mundo que retratan lo es sino porque cómo están convencidos de que no hay la más mínima virtud en él su puesta en escena –su mirada sobre el mundo– no hace más que reflejar ese arrogante escepticismo suyo que no refleja a su vez otra cosa que pobreza de espíritu. Y si las películas de los Coen nos llevan a hablar en términos de "virtud" o "espíritu", se debe a que su cine es moralista en extremo y no hace otra cosa que emitir juicios condenatorios contra todo y contra todos, pese a estar identificados con el bando más progresista de Hollywood. Cine fariseo el suyo, entonces, cine hipócrita, mezquino, smaller than life. Con demócratas como estos haciendo cine, a uno no le queda más remedio que rogar por la vuelta de fascistas como John Milius.

4. Eric Rohmer terminó una gran crítica de The Big Sky diciendo que no se puede "amar profundamente ningún film si no se ama profundamente los de Howard Hawks". Yo pienso que quien ame profundamente las películas de los hermanos Coen es incapaz de amar profundamente el cine, porque ellos mismos son incapaces de hacerlo.

Marcos Vieytes      

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