El director inglés Ken
Loach ha comprometido todo su cine con las causas sociales y políticas. En
El viento que acaricia el prado incursiona en el conflictivo terreno
de la guerra por la liberación de Irlanda, ocupada desde el siglo XII por
los ingleses. El film relata el despertar de la conciencia política de un
joven médico (el hermoso Cillian Murphy, en otra actuación impecable) que en
1920 está por dejar su pueblo de Irlanda para ir a perfeccionarse en
Londres, cuando es testigo de los abusos del despiadado cuerpo de guardias
inglés que mata salvaje y arbitrariamente a uno de sus amigos. En su
velorio, mientras una mujer canta la hermosa canción del título
(literalmente, "El viento que sacude la cebada"), se produce su conversión y
entrega a la lucha de la resistencia, y pasa a formar parte del ejército de
guerrilla del IRA, liderado en la región por su hermano. Esa batalla lo
pondrá más de una vez en conflicto con sus propios criterios como médico, y
sus cuestionamientos se agudizan después que el gobierno inglés de Winston
Churchill y los irlandeses liderados por Michael Collins (como en el film
homónimo de Neil Jordan) firman un tratado de paz que muchos ultra
independentistas no aceptan...
El film ha
encendido el entusiasmo de muchos críticos. Este año ganó la Palma de Oro en
Cannes, aunque algunos entendieron el gesto más como un premio a la larga
trayectoria de Loach que a ese film en particular, y aquí en Argentina está
siendo unánimemente aprobado. Yo no comparto semejante admiración. El film
me parece un tanto grueso, con una pintura de situación y de caracteres muy
maniqueísta y didáctica, más aun de lo que es habitual en el cine de Loach.
No sólo las tropas de ocupación están pintadas con trazos exagerados, sino
que los más viles colaboracionistas y denunciantes locales resultan ser los
señores nobles. Si bien en la primera parte hay un enemigo externo muy
claro, Loach parece querer evadir el maniqueísmo al presentar la división
interna que se produce entre los mismos irlandeses, encarnada en los dos
hermanos. La lucha se vuelve entonces literalmente fratricida, de manera
semejante a la que se planteaba en Tierra y libertad. Una de las
escenas más violentas tiene lugar cuando en un enfrentamiento los oponentes
se hablan con familiaridad, nombrándose, pues se conocen de toda la vida, y
se matan. Sin embargo, la segunda parte no adquiere el dramatismo que
presenta la primera.
Y la situación política interna en Irlanda
era y es muchísimo más compleja que la reducción que practica este film.
Personalmente, prefiero al Loach de los temas sociales
menores en los cuales pinta los peligros del capitalismo, como en
Riff-Raff, Como caídos del cielo, o Ladybird, Ladybird,
más que el de las grandes épicas.
Loach ha
manifestado que este film de época quiere remitir a la situación
contemporánea de países muy pobres brutalmente vandalizados por el actual
ocupante, imperialista y poderoso, como es el caso de Irak o Afganistán.
Loach parece preguntarse qué sucederá después de la tregua. En fin.
Uno de los mejores logros de este largometraje es la fotografía de Barry
Ackroyd, que resalta la belleza de una tierra por la que vale la pena
exponerse a caer en los lúgubres calabozos de la opresión.
Josefina Sartora
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