Contacto es una elegante superproducción dirigida por
Robert Zemeckis, y presenta varios rasgos en común con su exitosa, multioscarizada Forrest
Gump. Como allí, un fenómeno muy específico es la excusa para pasear al espectador
por las grandezas y miserias del planeta, especialmente por las norteamericanas, con
edificante moraleja a modo de colofón. Claro que el fenómeno de turno ya no es humano
sino extraterrestre a tono con la
novela de Carl Sagan en que se basa el guion y es otra, y mucho más explícita, la
moraleja. Al comienzo todo se asemeja a Twister, con Ellie Arroway (Jodie Foster)
como una astrónoma que busca señales de otros mundos con el mismo emocionado empeño con
el que Bill Paxton rastreaba tornados. La incredulidad y los prejuicios del entorno que
rodea a Ellie reemplazan a las brutas fuerzas naturales que latían tras el huracán, y
todo lleva aguas hacia la "aventura del héroe solitario" que es tan cara al
individualismo hollywodiano.
La llegada de Palmer Joss
(Matthew McConaughey), algo así como un sacerdote laico, al observatorio de Arecibo,
tiene la función de contrapesar cierto "costado" del personaje de Foster, como
si los guionistas hubieran percibido algún pecado en la pura ciencia que practica Ellie.
Reiterada, progresivamente, Palmer esgrimirá su fe ante la chica en escaramuzas verbales
que siempre lo dejan con la última palabra. Las primeras señales del espacio exterior
hacen avanzar la trama, confirmando el heroísmo de Ellie como heroína, auspiciando la
construcción de un costosísimo aparato para volar hacia el planeta Vega, a años luz de
aquí. De manera interesante, el film se vale de lo extraterreno para habilitar una mirada
sobre las contradicciones de este mundo, una etapa en que desfilan importantes personajes,
desde rutilantes astros de los medios hasta el presidente Clinton (inserto digitalmente a
la Forrest Gump) para apoyar o rechazar el ambicioso viaje.
El asunto es cómo baja
línea el film a partir de este cúmulo de contradicciones. La cuestión de fe
no cesa de crecer de la mano de Palmer Joss (que dicho sea de paso, está pintado como
"el reverendo con más onda de la historia..."), quien llega a oponerse a que
Ellie se dirija a Vega por el solo hecho de ser atea. Un comité de notables le sigue la
corriente (¿hace falta aclarar que el film hace lo propio?) y esto impide que Ellie
viaje... aunque lo hará al fin, tras el fracaso de una primera misión... que dio pie
para el segmento-festival de efectos especiales de Contacto. Robert Zemeckis
mediante, el destino quiso que la astrónoma regresase de esta incursión a los abismos
cósmicos sin una sola conclusión científica. Todo lo que recabó Ellie al cabo de su
viaje y lo que es peor, al cabo de dos horas y media de película es un
puñado de aforismos. Como en trance hipnótico, declara que "estamos rodeados de
fenómenos inexplicables", que "no podemos estar solos en el Universo" y
sugiere la presencia de un ente supremo, de un divino organizador.
Poco después Palmer la recibe con los
brazos abiertos y ambos se introducen en una limusina. Que debería haberlos llevado hacia
una iglesia, para que la protagonista pudiera terminar de ponerse a tono con su nueva
situación espiritual.
Guillermo Ravaschino |