Alex de la Iglesia
declara que siempre le han gustado las comedias cuyos personajes cometen un
asesinato y están obligados a ir de un lado a otro cargando con el cadáver,
pierden el control mientras esa situación los va destruyendo, cometen
errores que generan un tipo de humor negro que es su favorito. Este efecto
es el que ha logrado en Crimen ferpecto, una comedia negra que, en
realidad, trata de mucho más que un crimen.
El
protagonista es un hombre lleno de ambiciones, seductor y excelente vendedor
de una gran tienda por secciones, en el departamento de señoras. Rafael
(Guillermo Toledo) basa sus triunfos en un don natural para las ventas y un
cuerpo de vendedoras que domina por la vía sexual. Toda su estrategia apunta
a lograr un mundo perfecto, acorde con el que se ve en la publicidad, en el
que Rafael va obteniendo todo lo que quiere, y él sabe muy bien lo que
quiere. Cuando un competidor se interpone en su carrera ascendente como jefe
de planta lo elimina, dando paso a una situación de equívocos e imprudencias
que lo arrojan en manos de la empleada más fea de su sector, en quien él
nunca había reparado (perfecta Mónica Cervera), y que alterará de modo total
el mundo de Rafael. A medida que Rafael va ascendiendo en su cargo de jefe
de ventas, va hundiéndose en lo profundo del peor de los infiernos: el de la
vulgaridad. El destino lo coloca junto a quien encarna la actualización de
todo su lado oscuro, pues su cómplice Lourdes, fea, posesiva y manejadora,
es lo más parecido a un castigo divino sobre la Tierra. Rafael va en caída
libre mientras asciende. Su mundo es ahora ferpecto.
Conociendo
la filmografía de Alex de la Iglesia, sabemos que el humor negro propio de
sus películas no acaba en sí mismo, sino que trae otros aditamentos. La
lista de sus títulos es muy variada, y desde Acción mutante,
atravesando La comunidad –su punto más alto– hasta la anteúltima
800 Balas, cada uno aporta una ácida crítica social y exuda una
cinefilia que lo lleva a homenajear la historia del cine en todas sus obras.
De la Iglesia pone en clave de sátira cada género, como sucede con el
western en 800 Balas, el thriller y el cine de Hitchcock
en La comunidad, y los films de terror en El día de la bestia.
Además de ser una divertida comedia negra, Crimen ferpecto se
constituye en una despiadada crítica a la sociedad de consumo, al divismo y
a la fiebre del éxito, al poder de la apariencia y los cánones de belleza, a
la institución familiar. Su cine bizarro poblado de freaks, payasos y
antihéroes apunta contra la cara oscura de una sociedad exitista.
La
filmografía del director español es despareja también a niveles
cinematográficos, aunque gracias a su constante humor cruel, su ironía y
provocación ha devenido autor de culto entre jóvenes descreídos que
atraviesan la crisis de las ideologías, precisamente por su nihilismo. Esta
identificación con el espectador es la que busca al colocar al actor frente
a la cámara para contar su historia. Crimen ferpecto tiene un
arranque impecable en la primera media hora con la presentación del asunto,
pero salvo la estupenda, corrosiva escena de una macabra cena familiar, no
puede sostenerse y se repite en situaciones reiterativas, excesivas o
previsibles.
Josefina Sartora
|