| 
    ¿Qué 
    habrá sido de la vida de Neil LaBute? El director que arrancó 
    promisoriamente con En compañía de los hombres y, pese a que luego se 
    volvió bastante irregular, se sostenía como un realizador atendible. Más 
    allá de sus carencias de puesta en escena, el pesimismo provocador que 
    llevaba su firma –casi cínico y bastante agresivo para con el espectador– 
    permanecía aún intacto en la engañosa Por amor al arte (The Shape 
    Of Things, 2003), con Paul Rudd y Rachel Weisz, una pequeña y silenciosa 
    película que nunca llegó a estrenarse en salas comerciales pero que pudimos 
    ver con cierta satisfacción y esperanza en cable y DVD.
 
    Hoy se la podría revisar con nostalgia, porque en Vecinos en la mira 
    LaBute ha desaparecido. Se lo tragó la batalla ideológica de la coyuntura 
    política, o la batalla ética de su coyuntura económica. Como fuere, no hay 
    nada en Vecinos en la mira que sugiera algún interés particular del 
    director en su realización. 
    En Los Angeles, un policía negro, viudo y con dos hijos sufre la llegada de 
    sus nuevos vecinos, una pareja formada por un blanco y una negra, como si se 
    tratara de una ofensa pública que debe ser censurada. Por si queda alguna 
    duda, el policía se declara republicano y la pareja, demócrata. 
    El guión reparte estereotipos al por mayor, mientras los personajes 
    secundarios aparecen y desaparecen sin injerencia dramática. Al lento ritmo 
    de un enorme incendio que amenaza con llegar al barrio, los planos enmudecen 
    y los diálogos muestran como se va incrementando el acoso del policía 
    conservador mientras la pareja empieza a sufrir fisuras internas. Se ve 
    venir de lejos la explicación psicologista que anulará tanta postura 
    ideológica y panfletaria. El incendio, única promesa de suspenso sostenida 
    hasta el final con el recurso estético de una fotografía de almanaque, 
    terminará siendo una nube de humo. 
    LaBute, de vacaciones. El espectador, lamentando 109 minutos y esos billetes 
    que nunca volverán. La crisis y el cambio de huso horario agravan todo el 
    asunto. Ramiro Villani      
    
     |