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¡AL
ATAQUE!
(A L'Attaque)
Francia,
2002 |
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Dirigida por Robert Guédiguian, con Ariane Ascaride,
Pierre Banderet, Fréderique Bonnal, Patrick Bonnel,
Jean-Pierre Darroussin.
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Otra vez el director marsellés Robert Guédiguian, famoso por Marius y
Jeannette (1997), utiliza al barrio obrero L’Estaque como escenario
para que sus actores predilectos, encabezados por Ariane Ascaride,
representen una de sus supuestas comedias sociales. Pero con ¡Al
ataque! Guédiguian innova al contar también las peripecias que todo
guión y realización cinematográfica presuponen. Voy a ser franco de
entrada: a las intenciones de hacer cine político y metacine,
ambas nobles (y nada nuevas), les falta lo esencial: rigor y creatividad.
Pero lo peor de ¡Al ataque! es que Guédiguian, dentro del film,
ensaya una autocrítica de su propio cine. Hay que ser dueño de una obra
con altas dosis de creatividad y rica en matices para que este tipo de
ejercicios también sean provechosos para el espectador.
Desde el inicio la película expone el artificio al presentar,
tras la apertura de un telón, a dos guionistas que intercambian ideas
sobre su próxima película. El papel en blanco les dará plena libertad
en su proceso creativo, aunque ambos comparten –al igual que Guédiguian
y Jean-Lois Milesi– una premisa: realizar una película "de
contenido social". En el plano siguiente las ideas se materializan;
entra en acción la difícil cotidianidad de los trabajadores del Garage
Moliterno & Cía.: sus amores, sus ideales, sus deudas (que los
asfixian). Así, ¡Al ataque! articula dos argumentos que corren en
paralelo, y el difícil juego dialéctico entre ambos. Proponiéndonos por
un lado una especie de drama, con las vicisitudes de los que menos tienen
enfrentándose a los poderosos, y por el otro nos presenta una comedia a
cargo de los mentados guionistas, más precisamente en relación con las
situaciones que crean para sus personajes. Guédiguian se servirá de su
ejercicio metalinguístico para intentar rematar escenas de humor,
explicar situaciones poco creíbles... y aplicar no pocos golpes bajos.
Ocho y medio, La rosa púrpura del Cairo y Cuéntame tu
historia han reflexionado con creatividad y profundidad acerca de lo
fascinante que puede ser el universo cinematográfico. El cine dentro del
cine que propone ¡Al ataque!, en cambio, es poco ingenioso y
semeja un artilugio, una defensa –ineficaz por cierto– de la carrera
de su propio director.
¿Se puede pensar¡Al ataque! como una fábula contemporánea?
¿Cabe asociarla con las peliculas de Frank Capra, al cual admira
Guédiguian? A las fábulas se aproxima por el carácter monolítico de
sus personajes y por las intenciones explícitas de dejar una moraleja. No
me atrevería a considerarla contemporánea dado que, como expuse más
arriba, la problemática global presente reclama otro tratamiento. En
cuanto a si se acerca al cine de Capra, mi respuesta es un no rotundo. El
director norteamericano se preocupaba por la verosimilitud de sus
personajes, preciaba la continuidad, y su idealismo, lejos de pecar de demodé,
encajaba coherentemente con los tiempos de Roosevelt.
El modo en que Guédiguian entiende el cine social es esquemático y
simplón; muy lejano de otros más actuales, como el de Laurent
Cantet (Recursos humanos) o el de Robert Connolly (The Bank),
y de otros más complejos como el de Segio Cabrera (La estrategia del
caracol). Me molesta un poco que se promocione ¡Al ataque!
como una comedia social dado que no cumple ningún requisito para
considerarla como tal: no suscita risas ni reflexiones.
Nicolás Rizzi
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